Adolfo Fernández: «La flaqueza del bolchevique es un hermoso cuento de adultos»

ENTREVISTA: El 3 de noviembre, en el Teatro Lara

Adolfo Fernández, que dirige y protagoniza la adaptación teatral de la novela de Lorenzo Silva, nos atiende antes de su estreno en el Teatro Lara.

"La flaqueza del bolchevique" llega a Madrid. El montaje basado en la famosa novela de Lorenzo Silva se estrena este 3 de noviembre en el Teatro Lara de la capital. Su principal impulsor, el actor Adolfo Fernández, atiende a Teatro a Teatro para contarnos la historia de este montaje que ha dormido durante años en un cajón pero que fue redescubierta, tan vigente como la primera vez. Dos personajes fuera de sitio, dos almas gemelas de muy diferentes edades y una historia de amor… imposible. Junto a Adolfo Fernández, protagonista y director, está Susana Abaitua, el otro polo de la historia.

Teatro a Teatro-. ¿Cómo surgió la idea de llevar al teatro "La flaqueza del bolchevique"?

Adolfo Fernández-. Buf, pues hace once o doce años, ¿eh? No lo recuedo exactamente. En el estreno, en Huesca (el 28 de septiembre), estuvimos con Lorenzo Silva y tratamos de recordar cuándo habíamos hecho la adaptación. Lo que sí recordamos es lo que nos atrajo de la novela: la historia, el sentido del humor y ese personaje, un tipo que se ve a sí mismo como un cretino pero que hace un análisis muy pertinente de la realidad. A nosotros esa historia siempre nos pareció divertidísima, y de hecho hemos levantado una comedia.

La historia la dejamos dormir durante un tiempo, porque a todos nos fueron saliendo otros proyectos de trabajo, pero después de tantos años, cuando la volvimos a leer, dijimos: "Joder, qué bonito. Qué historia y qué adaptación ha hecho David Álvarez".

TaT.- ¿En qué ha consistido esa adaptación?

A.F.- Bueno, para ponerla en pie, hemos tenido que modificar algunas circunstancias. Son cosas que en la novela o incluso en la película, puedes mostrar sin problema, pero que en el teatro resulta más complicado. En el teatro, y yo creo que ahí está la maravilla, te lo juegas todo a la convención, a que la gente vea lo que quieres enseñar. No podemos representar fielmente la realidad y con José Ibarrola nos hemos inventado algunas soluciones escenográficas para transmitir determinadas ideas.

Pero lo más nuestro del montaje, seguramente, es el hecho de que el personaje rompa la cuarta pared. Lo que menos pertenece a Lorenzo Silva es que el protagonista baje al público y reflexione si es real o no es real ese ser, esa chica a la que ha conocido. Porque él todavía no se puede creer que alguien así se haya podido fijar en él.

TaT.- ¿Cuál ha sido la implicación de Lorenzo Silva en el proyecto? ¿Os dejó las manos libres?

A.F.- Hemos estado en contacto con él, pero él, y además lo ha explicado él mismo en algunas ocasiones, es muy respetuoso con aquellos que toman su obra y la ponen en pie desde una sensibilidad propia. No es Juan Marsé, jajaja, que es un poco difícil para las adaptaciones. No ha estado en los ensayos, pero ha sido en todo momento absolutamente respetuoso.

TaT.- Aunque la novela de Lorenzo Silva fue muy leída, la historia es conocida por el gran público por la película protagonizada por Luis Tosar y María Valverde. ¿Qué papel ha jugado la cinta en vuestra versión?

A.F.- Para serte sincero, ningún papel. Yo hablo con mucho respeto de la película. De hecho, Lorenzo Silva fue coguionista. Pero yo creo que nosotros somos mucho más fieles a la novela, porque yo creo que en la película se perdía discurso interno del personaje. El personaje se se ha rebajado a sí mismo, y eso en la película se veía menos.

Porque claro, ¿qué haces en la película? ¿Metes un off larguísimo cuándo él va conduciendo en el coche? En el teatro nos lo podemos permitir. En el cine tuvieron que optar por otra cosa. Y yo lo he llegado a discutir con Lorenzo Silva, y me dijo que el director no quiso el off. Yo creo que en la película, con esos actores, con Luis Tosar y María Valverde, habría funcionado.

TaT.- ¿De qué habla "La flaqueza del bolchevique"?

A.F.- Pues mira, nuestro escenógrafo José Ibarrola dijo una vez que esta historia es un hermoso cuento de adultos. Y me parece que tiene mucha razón. Tiene la sorpresa, tiene la sensualidad y además creo que es una comedia ácida, reflexiva, filosófica.

El personaje tiene la conciencia del cretino, pero no es un cretino. Y yo creo que eso es lo más importante, lo que sitúa al personaje no en un lugar ilusorio, sino en un lugar muy muy real, y muy crudo sobre su propia existencia. No es un cretino, pero es un hombre de unos 57 años, que estudió filosofía y que ha reducido ese mundo a quinientas palabras, de las cuales la mayoría son tacos, juramentos y maldiciones. A eso, y a trabajar en un mundo en el que no se siente a gusto. Él viene a decir: "Yo actúo como un cretino, pero no lo soy. Antes de llegar aquí, he pasado por otros sitios y olían bastante mejor".

Y éste tipo, que además es un fetichista enamorado de la Gran Duquesa Olga, la mayor de las hijas del zar Nicolás II e incluso lleva una foto suya en la cartera, se encuentra un día con una adolescente a la que encuentra muchos parecidos. Es un romántico que ya no espera nada de la vida, porque va a locales donde están los divorciados hambrientos de cariño o a buscar alguna niñata a la que tirarse en algún templo de esos donde retumba alguna música basura… Y sin embargo, se encuentra con esta chica.

Es un peligro, y él es consciente, porque es casi una niña. Pero él va jugando, jugando, acercándose, haciéndose pasar por otras personas, hasta que tiene un encuentro cósmico, se enamora. Y él mismo sabe que eso es imposible, que es indecente de alguna manera. Se siente basura. No vamos a contar el final, pero en el recorrido, él, por primera vez en su vida, siente que ha sido algo. Porque siente el amor.

TaT.- Ya nos has ido contando cómo es el personaje masculino. Pero, ¿cómo es ella, el personaje que interpreta Susana Abaitua?

A.F.- Ella es una adolescente que se encuentra incómoda en el mundo que la rodea. Ella está fuera del mundo de los canutos, de los novietes, del ‘me he liado con éste o con aquél’. Y está fuera porque ella es más mujer que adolescente. Él, en cambio, es más adolescente que hombre. Él reivindica la parte de su vida en la que se conquistó a sí mismo.

Así, de alguna manera y partiendo de lugares radicalmente distintos, son dos almas gemelas. Los dos están profundamente disconformes con sus propias realidades y, cuando se juntan, todo es muy divertido. Ella alucina con las barbaridades que le dice él y él igual, no está acostumbrado a que una chica de sus edad le diga cosas como las que le dice ella. Los dos se ríen mucho, se sorprenden y se desafían. La historia se va construyendo con esas sorpresas, con los retos sexuales, sensuales y dialécticos que se lanzan el uno al otro.

TaT.-¿Cómo ha funcionado ese juego ante el público?

A.F.- A mí en Huesca me pasó algo que me ha pasado muy pocas otras veces. Tú sabes lo que pasa el primer día, ¿no? Ese pánico. Fernando Fernán Gómez me lo decía, como era él, una vez que le pregunté si pasaba miedo: "¡No, peor, mucho peor!". Además, la vena cómica de un espectáculo no la puedes probar hasta que estás delante del público, y yo me quedé alucinado de cómo respondió la gente. Fue increíble cómo se manifestaron.

TaT.- Tal y como nos has dicho, la idea nació hace más de una década y, al volver a ella, decidís poner el proyecto en pie. ¿Por qué?

A.F.- Además de porque es una historia preciosa, porque "La flaqueza del bolchevique" es absolutamente actual. Estamos hablando de una comedia, pero no de una comedia blanda, sino una comedia ácida, muy reflexiva. Muy filosófica. Precisamente ahora que se persigue la muerte de las ideas y sustituir la filosofía por la religión, este tipo hace pensar y reflexionar sobre la conciencia crítica, sobre la capacidad de reflexión. El próximo espectáculo que hagamos tiene que ir por ahí, tiene que ser una reivindicación de la capacidad crítica, de la capacidad reflexiva de nuestros hijos.

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