Por encima de todo me considero una luciérnaga, un ser nocturno que huye de los grandes resplandores, que gusta de comunicarse con otras luciérnagas a través de pequeños destellos en las riberas de los ríos. Hoy día resulta muy difícil ser luciérnaga. Una luz tan pequeña no se percibe bajo el foco de los grandes reflectores. Y cada vez hay más y más y más reflectores en la noche de nuestro mundo, tantos que quizá peligre la supervivencia de las luciérnagas.
Me acerco a este foro como una luciérnaga que descubre una nueva ribera en la noche, titilante, emitiendo una nota de luz diminuta que aspira a sumarse a una incipiente sinfonía luminosa.