Bowie is back!

Enrique R. del Portal

El 8 de marzo de 2013 salía a la venta el disco "The Next Day", de David Bowie. Este es el vigésimo cuarto álbum de estudio de su carrera, y ve la luz, después de diez años de silencio de su creador, y casi 46 años después de su primer disco de larga duración. Confieso que cuando lo compré, en formato CD (aún me resisto a comprar algo tan intangible como un archivo mp3) sentí la emoción propia de un muchacho de diecisiete años. La misma que sentía cuando compraba sus discos de vinilo en Madrid Rock, o Discoplay. Me hizo volver a sentir el mismo escalofrío que me producía aquel riff de Mick Ronson en "Ziggy Stardust", de "Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars", o una frase disonante del piano de Mike Garson en "Aladdin Sane", en el disco del mismo nombre, mi favorito de Bowie.

Mucho se había hablado de una supuesta enfermedad, incluso de su desaparición. Y es que el impredecible camaleón no nos tenía acostumbrados a tanto tiempo en silencio. Su amigo y productor de buen número de discos, Toni Visconti ya había declarado que él estaba perfectamente bien, llevando una vida tranquila y apareciendo en algunos eventos neoyorquinos, pero los admiradores desconfiábamos y esperábamos ansiosos una señal, alguna noticia, alguna canción.

Y lo ha hecho. Los críticos dirimen todavía si es más o menos bueno, si está a la altura de sus grandes grabaciones. Yo estoy convencido de que es de los mejores en mucho tiempo. Bowie ha vuelto.

Primero vi el video clip de la canción "Were Are We Now", dirigido por Tony Oursler, que daba fondo a una melancólica mirada a su época en Berlín con Iggy Pop. Creo que es toda una declaración de principios. No en vano, la portada del disco es la misma que la de “Heroes” fotografiada por Masayoshi Sukita, pero en esta ocasión con un rectángulo blanco ocultando su rostro y con el título del álbum de 1977 tachado.

Después llegó el video de "Stars Are Out Tonight", un pequeño relato del terror a la fama, acompañado por Tilda Swinton, Saskia De Brauw y Andrej Pejic, y dirigido por Floria Sigismondi. Y el más reciente ha sido el polémico "The Next Day", de la misma directora que el anterior, en el que ayudado por Gary Oldman y Marion Cotillard, ridiculiza hasta el extremo la doble moral de la jerarquía católica.

En cualquier caso, lo que de verdad importa es que este disco es Bowie en esencia de la mayor pureza, destilando gotas de drum and bass, alguna chispa de pop y grandes dosis de rock´n´roll.

Ha contado con un excelente equipo de músicos, entre los que destaco la recuperación de Earl Slick, guitarrista que ya le acompañó en "Young Americans", "David Live", "Heathen", en la gira "Serious Moonlight" y en la magnífica "Reality Tour".

Todo el disco "The Next Day" parece recorrer distintas épocas musicales de Bowie. Quiere evocar todas sus caras, desde "Ziggy", al que hace un sutil homenaje en "You Feel So Lonely You Could Die" al brechtiano solista de la gira "Sound and Vision" pasando por el "Clown de Ashes to Ashes" o el terrícola enfundado en la "Union Jack de Earthling".

Creo que es obvio, que yo soy uno de los fans que esperaba impaciente un movimiento de Bowie; "Ziggy Stardust", "Aladdin Sane", "The thin White Duke", "Nathan Adler". El hombre de las mil caras, cantante, actor de un buen puñado de películas como "El Hombre que cayó a la Tierra", "Gigoló", "El Ansia", "Feliz Navidad Mr. Lawrence", "Principiantes", "Dentro del Laberinto", "La Última tentación de Cristo", "Basquiat" o "El Truco final"- Artista plástico. Estrella. Le descubrí por casualidad en 1981 cuando compré la banda sonora, en casette, de una película de la que había oído hablar; "Yo, Cristina F." del director alemán Uli Edel en la que se relatan las desventuras reales de un grupo de jóvenes en el Berlín de mediados de los ´70, viviendo en el lado más sórdido de la droga y la prostitución, y en la que el propio Bowie se interpreta a sí mismo, y es uno de los referentes sociales de los personajes. Quedé musicalmente abducido por la introducción de "V-2 Scheneider", del disco "Station to Station", uno de sus trabajos más personales, por el ritmo trepidante y desesperado de "Look Back in Anger", del disco "Lodger", por la hipnótica "Sense of Doubt", de "Low", escrita en colaboración con Brian Eno, y por supuesto, la progresiva y desgarradoramente romántica “Heroes” del álbum del mismo título.

Cada canción me fue llevando al disco del que procedía, y un disco me fue llevando a otro, y alternaba la búsqueda y compra de las viejas grabaciones con las que salían nuevas. Recuerdo comprar (no sin cierta decepción) “Let´s Dance” en 1983, aunque este disco ha ganado bouquet con el tiempo, sorprenderme con la melódica decadencia de Hunky dory, la alegría que sentí al ver Tonight en el mostrador de la tienda de discos, o el subidón al escuchar la guitarra de Pete Townshend en Slow Burn dentro del álbum Heathen.

Algo que ha caracterizado a David Bowie durante todo este tiempo, además de su creatividad y sentido visual del rock´n´roll o la increible versatilidad de su voz, es saber acompañarse por grandes guitarristas, que a modo de fieles escuderos sonoros, han configurado los distintos estilos de sus discos. Artistas integrantes de sus bandas o invitados en sus grabaciones y giras como Mick Ronson, Earl Slick, Robert Fripp, Carlos Alomar, Peter Frampton, Adrian Belew, Reeves Gabriel, Estevie Ray-Vaugham o más recientemente Gerry Leonard.

Y siempre escucho a Bowie, como una especie de banda sonora personal, un predilecto entre los variados géneros musicales que se escuchan en casa. Vuelvo los discos de distintas épocas, y casi me llevan allí, a lo que hacía y sentía entonces. Algunas canciones de entre cientos, como Soul Love, When I Live My Dream, Absolute Beginners, As The World Falls Down, Without You, Blue Jean, Lady Grinning Soul, Cygnet Committe, Lady Stardust, Life On Mars, When You Rock´n´Roll with Me, Loving The Alien, Can You Her Me o Wild is the Wind, compuesta por Dimitri Tiompkin para la película del mismo nombre, en 1957, y excelentemente interpretada por él, han dejado un poco de música en algún momento de mi vida.

Pero más allá de lo que yo le admire, como millones de fans en todo el mundo, es que la música popular del siglo XX no sería igual sin David Bowie. Creador de tendencias, es posiblemente uno de los artistas que más influencia ha ejercido en otros, incluso más allá de la música. Seguramente al mismo nivel que nombres como The Beatles, o The Rolling Stones. Por ejemplo, la fotografía de portada de Aladdin Sane, de Brian Duffy, con la cara de Bowie cruzada por un rayo tricolor, obra del maquillador Pierre Laroche, es no sólo un icono de la música de los años ´70, sino del arte popular del siglo XX.

Estos años de silencio, de anonimato casi absoluto pueden haber sido otro de sus personajes. O tal vez, era sencillamente eso, un retiro prolongado aunque no definitivo. Un descanso de la fama, bien merecido.

Vuelven los rumores, de que hay un nuevo disco en preparación. Una especie de segunda parte de "The Next Day", y posiblemente una nueva gira. Con sesentaiseis años, sigue siendo un camaleón que no deja de sorprendernos, y que hará que el mundo que le rodea cambie de color a su antojo.

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