“Mejor Dirección Novel” se representó por última vez (de momento). Joven, atrevida, fresca y transfronteriza, la obra dirigida por Jota Linares y escrita por él mismo junto a Paco Anaya, tiene las mismas virtudes que la sala donde se representa, y hay algo de belleza, aunque belleza triste, en que el destino de la sala y de la obra estén unidos. Porque Garaje Lumière se cierra; no se sabe cuándo ni si volverá a abrir, pero se cierra.
La première de “Cuatro septiembres al año”, la nueva revelación del cine español, multinominada a los Goya y elegida para representar a España en los Oscar, tiene menos de triunfal que de agónica, en el sentido de lucha. La directora, Eme Betancourt ha invitado a sus amigos y compañeros de carrera, y de esas reuniones casi nunca sale nada bueno. Menos todavía si todos descubren que Eme ha utilizado sus vidas para escribir su historia, que muchos han denominado ‘un retrato descarnado del fracaso de su generación’. Imaginaos qué gracia. A partir de ese momento, las máscaras pugnan por caer y los secretos pugnan por salir en un montaje que se plantea como fusión cinematográfico-teatral: se manejan bien los espacios, se aprovecha la austera escenografía y la luz trabaja bien en la separación de los ambientes. Sólo hay algunos decaimientos de ritmo en un montaje por lo demás bien trabado en su viaje del humor a la amargura.
La obra crece cuando está en escena María Hervás, que interpreta a Eme. Su personaje es el más interesante, por la mezcla de egocentrismo y maldad ingenua, pero ella le da una dimensión mejor, con una interpretación sobresaliente, fluida, natural, sin estridencias. Pablo Cabrera, Maggie Civantos, Gonzalo Grillo e Ignacio Mateos son el resto de actores. Cabrera y Civantos consiguen momentos de buen nivel con dos personajes contrapuntísticos e Ignacio Mateos y Gonzalo Grillo manejan con solvencia a dos personajes que se quedan sin juego por la repartición de protagonismos, pero que quizás hubieran podido tener más relevancia y perfilación. La obra, en cualquier caso, funciona bien como divertido y cínico relato del esfuerzo que cuesta mantener la impostación y también, por qué no, como relato del fracaso de un grupo de amigos para comprender a la más ‘artista’ de ellos.
El arte, sea su propósito representativo o simbólico, se mueve por reglas diferentes a las del mundo real. No siempre resulta fácil comprender esa normatividad especial, pero hay que esforzarse. Eso deberían haber hecho los amigos de Eme, y eso deberían hacer los que dan más valor a un documento que a un manantial de proyectos buenos. Pero lo que no nos puede quitar la burocracia, o la ruina o el desánimo, es la esperanza de que las cosas irán mejor dentro de poco. Con ese espíritu de mejora estoy seguro de que se escribió “Mejor Dirección Novel”, porque toda obra es un proyecto de mejora y con ese espíritu se abrió Garaje Lumière, hace dos años. Abandonar ese espíritu al desaliento es derrotarse dos veces. Así que digámosles: Buena suerte…y hasta luego.