Cosas pequeñas pueden cambiar el mundo

Torres Germán

Dice Eduardo Galeano que Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo.

Y uno a veces es testigo de esos pequeños cambios que el mundo puede experimentar gracias al teatro. Así nos encontramos en ese lugar pequeñito, situado en la calle Olivar 13 llamado La puerta de al lado, espacio gestionando con mucho amor por Javier Enguix y Ángel Acero y que acogen con una minúscula escenografía, un banco y una alfombra que simula césped, a dos actores, grandes actores, que desde una honestidad profunda, esbozan con su mejor talento la vida de dos seres humanos unidos en sus inverosímiles soledades. Perdidos ambos en un parque, encontrados por la casualidad, por el abandono, el actor José Emilio Vera, simpático, hombre de clase media, americano, decente, lee y lee en su pequeña isla de libertad y Carlos de Austria loco vecino de un edificio de desequilibrados, escapa de su zoo mental. Ambos se enzarzan en una conversación que empieza desde la pereza por parte de uno y de la necesidad del otro y acaban uniéndose en una profunda reflexión sobre las soledades que castigan a las grandes ciudades.

José y Carlos juegan con sus personajes de manera divertida, hacen que disfrutemos de su propuesta teatral. De manera sencilla, sin grandes fuegos artificiales, van hilando la pieza sin estridencias para dar un giro en un momento dado y dejarnos con la mano en el cuello y la respiración encogida.

La obra en concreto se llama "En dirección Norte". El público la disfruta, ríe, se compadecen del loco, pero al final tal y como ocurrió el día que la vi, el público se queda en silencio durante un par de minutos sin moverse, testigos de un acto humano hecho para ellos, perplejos por lo que habían visto.

Estos dos actores, andaluces, van poco a poco asomando su nariz por la escena madrileña, a José Emilio Vera también podemos verlo en otra fantástica pieza llamada "Pedro y el capitán" del inmenso Mario Benedetti en el Off de la Latina y Carlos girando con la compañía 300 pistolas. Dos actores que refrescan el panorama teatral de la capital.

Mención especial merece también "ELEPE" dirigido y escrito por Carlos Be, dramaturgo catalán afincado en Madrid y que poco a poco va encontrando su discurso, autentico, personal e inimitable. "ELEPÉ"  es de esas obras que tiene un halo de magia desde que comienza hasta el final. Se representa en La casa de la portera y el espacio es más que adecuado para esta historia de los 80. La combinación perfecta la hacen unos fantásticos actores, Carmen Mayordomo, Fran Arranz e Iván Ugalde, que dan vida a 3 entrañables personajes que parecen fantasmas de una época de explosión cultural, pero que también la droga y el sida arrasó y aniquiló borrando toda una generación de jóvenes. Ellos nos cuentan de manera fresca y directa la historia escrita por Be, que desde su pulpito de DJ de las emociones, mira al público como si fuera el pasado en forma de música. El acto teatral se vuelve nostálgico y tierno y eso que la representación es a la 13 del mediodía, pero uno rápidamente se sumerge en la atmosfera de ese local que recuerda al emblemático La noche de la calle Segovia y sus personajes almodovarianos con la susurrada voz de La Toñi que nos envuelve de aquel glamour sintético, de laca y bolas de cristal girando. Bonito trabajo de estos 3 actores tan generosos, si señor.

The Zombie Company creada por Carlos Be y Fran Arranz tiene en cartel "Peceras" que también se representa en La casa de la portera y están a punto de estrenar "Locuras cotidianas" de Petr Zelenka en el Teatro Lara, sin dudad una compañía en constante movimiento.

Otra novedad que puedo contaros es que Iván Ugalde se estrena en la dirección con un montaje impactante, de aquellos que te dejan clavado en la butaca, que nos habla de nuestra España más negra, esa que es tan profunda y ponzoñosa pero que campa a sus anchas por algún que otro pueblo español.

"Si los ángeles disparan" de Jorge Moreno nos enfrenta a aquel crimen escandaloso gestado en una casa por cuatro hermanos completamente siniestros, asesinos de muchas personas en el pueblo de Puerto Hurraco. Iván sabe movernos por este texto con sutileza pues el tema es bastante desagradable y podría parecer grotesco pero finalmente nos lleva a ver cómo funcionaban las mentes de estos hermanos, interpretados por una cuadrilla de jóvenes actores, muy comprometidos con el trabajo y con la escena. Da gusto ver a jóvenes profesionales buscando textos tan singulares y con ganas de echarse a la arena de los leones. La obra se representa en El umbral de primavera, y el escenario nos recuerda aquella plaza de un pueblo donde gente inocente, paseaba una noche de verano sin saber que los hermanos Izquierdo aniquilarían la inocencia de ese pueblo.

Y quiero cerrar este primer artículo con una celebración especial. Hablo de lo que se ha gestado en Lavapiés, barrio intenso, vivo y multicultural. Podemos hablar de esta fantástica iniciativa que se llama Lavapiés Barrio de Teatros en la que se han unido 15 salas con el propósito de establecer una red de teatros y apoyarse y difundir estas salas. Todo esto crea un tejido teatral y refuerza la idea de que Lavapiés no es solo mestizaje, sino que es mestizaje cultural también y a ello creo que se pueden unir los bares y comercios de la zona para que esta iniciativa sea aún más eficaz si cabe. El proyecto cuenta con el apoyo del CDN.

Como veis, son pequeñas acciones, en pequeños lugares, pero que poco a poco hacen que el teatro pueda sobrevivir, que los autores puedan escribir y que los actores malviviendo, luchando contra la mayor precariedad laboral en mucho tiempo, desasistidos, puedan representar. Por eso no hay que tirar la toalla, el teatro es tan necesario como lo es la música para el alma, el deporte para el cuerpo, la lectura para el saber y la conciencia. Llevamos muchos siglos sobreviviendo, escapando de la censura, de exterminio, cambiando con los tiempos, siendo testigos de lo que le pasa a la humanidad y allí donde allá un espectador que quiera escuchar una historia, una persona con ganas de soñar, allí estaremos los actores dando el alma por contarla.

Viva el teatro.
 

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