Crítica de Adiós Arturo
Producción de La Cubana
Teatro Calderón de Madird
Crítica de Javier Torres
Horarios y sesiones para ver este espectáculo
Reparto
Jaume Baucis
Xavi Tena
Toni Torres
Nuria Benet
Alex González
Babeth Ripoll
Montse Amat
Toni Sans
Edu Ferrés
Virginia Melgar
Guión y dirección: Jordi Milán
Escenografía: Castells Planas / La Cubana
Vestuario: Cristina López
Caracterización: La Bocas
Música original y arreglos: Joan Vives
Coreografía: Leo Quintana
Vídeo: Joan Rodón (dLux)
Sonido: Jordi Agut (Choli)
Luces: Aleix Costales
Utillería: La Cubana
Diseño gráfico: Lila Pastora
Administración: Natalia Morillas
Ayudante de producción: Edu Cosialls
Jefe de cocomunicación: Pol Vinyes
Jefe de producción: Frederic Santa-Olalla
Ayudante de dirección: Juanjo Sánchez
Jefe técnico: Pere-Pau Hervàs
Técnico de luces: Aleix Costales
Técnico de sonido: Jordi Agut
Adiós Arturo. La Cubana
Si lo organiza “La Cubana” darán ganas…y ¿ganas de qué? Pues de lo que sea que monte esta compañía y si se trata de un funeral darán ganas de morirse. Y ayer y con tantas ganas que a todos nos entraron no hubo ni un solo espectador que no muriera de risa.
Esta compañía se diría que lo mismo vale para un roto que para un descosido. O lo mismo para un barrido que para un fregado. Y que lo mismo montan un bodorrio que un funeral. Pero monten lo que monten, siempre la montan y lo que montan es una enorme fiesta. Una celebración de la vida, de la alegría de vivir sin complejos y de disfrutar cada segundo, cada presente, cada día con toda la intensidad posible.
En este funeral el negro destacaba por su ausencia y a nadie que hubiera conocido a Arturo Cirera Mompou de verdad se le hubiera ocurrido vestirse de negro porque además y por expreso deseo del difunto ese color estaba fuera de lugar. En este funeral todo es color y se celebra la vida y no la muerte.
El montaje
La Cubana nos presenta al finado en un blanco y luminoso ataúd parcialmente cubierto con la bandera de Madrid y rodeado por blancas coronas de flores. El espectador pasa al patio de butacas como el que entra en una enorme sala de tanatorio sólo que en este caso y debido a los vivos colores, la luz intensa, la alegría y el desparpajo de los allegados y un retrato enorme de un sonriente Arturo además del omnipresente loro que no se pierde ni un segundo de la función y participa en ella a voluntad, diríase que el funeral es motivo de celebración gozosa y que algo realmente divertido está a punto de ocurrir. Y así es, muy muy divertido.
El ingenio de esta compañía para montar todo un escenario es sublime, escenario en el que no sólo está ya un sorprendente y colorido decorado sino que caben a lo largo de la función un sinfín de divertidos números, entradas y salidas de personajes, proyección de fotos, videos, subidas y bajadas a escena desde el patio de butacas de varios personajes que van interviniendo y el siempre sorprendente parloteo de Ernesto, el loro inseparable durante 40 años en la vida de Arturo y ahora en la muerte.
El guión
Divertido e ingenioso y no sólo en lo que se refiere a los actores que participan y hacen varios papeles en la función sino a la intervención del público asistente, la participación cómplice de personajes repartidos en el patio de butacas y en los palcos y que a modo de salpicón aderezan las distintas escenas sino también debido a la cantidad de detalles que encajan y que no pasan desapercibidos y la excelente sincronización de todo ello.
Para ello los componentes de La Cubana con idea, guion y dirección de Jordi Millán al frente, no dudan en utilizar el aderezo más extravagante y efectista pero tan divertido y positivo que no admite un pero. Ya sean pelucas y disfraces, lentejuelas, plumas o confeti todo ello se asienta en una interpretación muy ensayada y conjuntada provocando risa y hasta euforia en el espectador que espontáneamente participa con palmadas o cantando.
No ahorran en detalles festivos y el ritmo es alocado y frenético durante toda la función. El espectador no ahorra en risas y en carcajadas.
Mensaje
Debajo de tanta aparente frivolidad hay un mensaje importante y urgente y es la necesidad de vivir sin darle tanta importancia al qué dirán o a las apariencias y poder llegar a la muerte con la sensación de haber vivido intensamente y disfrutado y de que aunque el final sea el que ya sabemos, que nos quiten lo bailado.
Detrás de tan alegre y espontanea animosidad hay un trabajo actoral importante y una compañía que con personalidad propia ha encontrado un lugar muy particular y cuyos montajes son deseados y anhelados por un público entusiasta que la sigue y que aumenta en número.
Un público que admira el trabajo de unos actores, poco más de diez, que se desdoblan y multiplican en muchos más con dotes interpretativas singulares y con un manejo de los espacios y las interacciones con el público desde la antesala del teatro, con una gran versatilidad para cambiar y siempre en un tono festivo y desenfadado.
Adiós Arturo
“Adiós Arturo” ha vestido al Teatro Calderón de fiesta y color. Los loros que adornan la fachada son una invitación a no pasar de largo y disfrutar del espectáculo, del espectáculo que va a tener lugar cada tarde desde el estreno dentro de la sala y del espectáculo que se disfrutará más intensamente fuera de la misma y que no es otro que la vida y la función que dura dos horas pasan volando cuando se viven y se disfrutan intensamente y ello no es más que una metáfora de la vida y aún para las más longevas que puedan llegar a los 101 como la de nuestro amado Arturo.
La Cubana tiene un mensaje para el público madrileño, madrileño como Arturo, y para todo el que se acerque al Teatro Calderón venga de donde venga porque también el propio Arturo era muy viajado y había experimentado de todo. Un mensaje muy importante y que presenta de forma ingeniosa y en un juego de contrastes que no pasa desapercibido, la rica tonalidad multicolor y el monocromático negro son el epítome de este juego de contrastes sutil y que se nos representa en sucesivas escenas con cambio de escenario. El mensaje es: vivan intensamente y sean felices.
Conclusión
En este sentido no hay cabo suelto y no hay puntada sin hilo. La Cubana no deja i sin su punto y hasta un pulcro notario dará fe de ello.
Ese doble juego se refiere también a la divertida e intensa vida del finado Arturo, a las relaciones de sus familiares y amigos, a las intenciones y propósitos y este juego de paralelos tiene un desarrollo escénico muy ingenioso. La compañía también sabe jugar con los tiempos durante el espectáculo y con las elipsis temporales algo enloquecidas, donde el “pre funeral” con un Arturo Moribundo se presenta después de la muerte pero todo todo tan divertido y relajado que el espectáculo es una inyección de vida total
La combinación de estilos y ese juego simbólico con las distintas partes de la representación es otra metáfora de la vida misma. La obra entre tanta risa tiene mucho meollo y mensaje que se cuela dentro y ojalá se quede por mucho tiempo. La Cubana estará en el “mismitico” centro de la capital desde el 9 de octubre.
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