Resumen
Crítica de El monstruo de White Roses.
Sala Mirador. Madrid
Reparto: Lucía Diez y Víctor Palmero
Dirección: Jesús Torres
Producción: El Aedo
Dramaturgia: Jesús Torres
Diseño de iluminación: Jesús Díaz Cortés
Videoescena: Antonio Villar
Fotografías: Moisés F. Acosta
Duración: 1 hora y 10 minutos
Opinión crítica sobre esta obra de teatro de Javier Torres.
Sinopsis del espetáculo
11 de junio de 1991. Ohio. “I´m here! Help!”, fue el grito que despertó al tranquilo barrio de White Roses, en Ohio, una mañana de febrero. Martin Risk, el vecino que escuchó aquellos gritos comenzó a buscar hasta encontrar de dónde procedían. Llegó hasta el 2107 de la avenida principal, donde encontró a una joven que pedía ayuda. Martin no daba crédito a lo que veían sus ojos: aquella joven era Emily, la joven maestra de escuela secuestrada casi un año atrás. Harry Coleman, un conductor de autobús escolar, la había sometido a toda clase de abusos, torturas y violaciones en el sótano de su casa. Harry fue conocido como el Monstruo de White Roses.
El caso de la desaparición de Emily Dawson dio la vuelta al mundo y estuvo presente día tras día en los noticieros y periódicos inaugurando la que se conocería como la “década de las desapariciones”.
El texto, escrito y dirigido por Jesús Torres (Premio Teatro 2019 Autor Exprés por Fundación SGAE por “Puños de harina”) y protagonizado por Lucía Diez (“La noche más larga”, Netflix) y Víctor Palmero («La que se avecina», «The Hole») presenta la relación entre Emily y Harry a través de los meses de cautiverio. Una relación que se ve afectada por el papel que juega la prensa sensacionalista en el secuestro, que inventa datos y da voz a falsos testigos para alimentar la curiosidad de los telespectadores de este caso que, a pesar de no ser real, juega con la verosimilitud y la ficción para reflexionar sobre la actitud que tomamos ante estas noticias.
Crítica de El monstruo de White Roses
No me es fácil soportar el abuso, la violencia, el sufrimiento gratuito y los brotes psicóticos en primer plano. Ese sea tal vez el propósito o uno de ellos que pretenda Jesús Torres con esta obra que da un giro en las escena finales y pone el objetivo directamente en el primer plano del espectador que se siente algo confundido y engañado por lo que ha creído ver, ha supuesto o le ha sido inducido por imágenes, opiniones y lo que se supone o debería suponer un intenso dolor con el que se mercadea y negocia en prime time televisivo.
Lo que más produce vómito es la imagen final proyectada en una pantalla de un lateral del escenario y que no voy a revelar pero que es tan irreal como la vida misma y tan real como lo que la prensa sensacionalista nunca llevaría a un plató de televisión.
Es un sentimiento de nausea que procede en parte de la autoinculpación en un horror esperpéntico y mediático y la paradójica comprensión y hasta compasión con el joven monstruo de White Roses que da título a la obra.
El monstruo de White Roses es una obra inquietante, desapacible y hasta incómoda en ocasiones.
Monstruo es un calificativo muy apropiado para alejarlo de nuestra realidad y vapulearlo en un plató de televisión y establecer un juicio severo cuando el giro inesperado final te zambulle de lleno en la complejidad del caso, la complejidad humana y la simpleza de los medios y huir así de una posible identificación empática con tal monstruo porque nunca sería posible identificarse con un monstruo y solo con un ser humano pero claro, un monstruo no es humano.
Los Intérpretes
Lucía Diez interpreta a Emily, víctima abusada y confinada del monstruo y de ella misma. Víctor Palmero interpreta a Harry, víctima abusadora y descompuesta, desvinculada de sí mismo y de la sociedad. Tanto Lucía como Víctor son dos jóvenes actores que están magníficos, creíbles, auténticos en dos papeles complejos y enormemente cargados de dramatismo y desesperación pero con momentos de candidez y ternura que saben alternar y mostrar. Interpretan magistralmente a dos seres sufrientes y vulnerables.
El Director
La propuesta de Jesús Torres, el director de la obra es inquietante a propósito y con una carga crítica y de denuncia de como los medios y la sociedad crean monstruos en Ohio y aquí al lado, monstruos de los que huyen y son proyecciones de un inconsciente colectivo alterado que proyecta sus miedos y los banaliza desviando en cotilleos o simplezas infantiles la atención del verdadero monstruo que en muchas ocasiones está entre nosotros o incluso dentro.
Esta ha sido nuestra Crítica de El monstruo de White Roses
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