Resumen
Teatro Fígaro Adolfo – Adolfo Marsillach en Madrid.
Interpretada por Leo Rivera, Jorge Roelas, Diana Lázaro, Fran Nortes y Carlos Heredia.
Autor, Fran Nortes . Dirección, Gabriel Olivares. Producción, Star Elite.
“El secuestro” más divertido desde “Burundanga”
Paco (Jorge Roelas) es carnicero. Están a punto de cerrarle el mercado donde lleva trabajando toda su vida. Desesperado, decide secuestrar al hijo del ministro (Fran Nortes) de cuyo voto depende el cierre. Secuestro en su propia casa. Pero llegan su hermana (Diana Lázaro) y su cuñado, pescadero del mismo mercado (Leo Rivera), y todo se complica…
Desde la primera escena, Jorge Roelas está fantástico en el personaje de secuestrador desesperado, chapucero y sin plan. Un personaje con más corazón que sed de venganza, y que Roelas borda como nadie. Capaz de producir la carcajada, hasta con el personaje más miserable. Y si además, va acompañado de su cuñado, Leo Rivera, entonces lo bordan. Una química alucinante, que recuerda a la del “el gordo y el flaco”, en la que se intercambian magistralmente la cordura y la locura, creando una complicidad perfecta con el público. Uno de los mejores papeles de la carrera de Leo Rivera, sin duda, conectando con el respetable de la primera hasta la última fila. Dos personajes que se ven reforzados por una buena interpretación de Diana Lázaro como hermana del carnicero (Roelas) y mujer del pescadero (Rivera), y que una vez más, deja claro quién tiene la valentía, la decisión y la inteligencia para abordar situaciones absolutamente descabelladas. Carlos Heredia y el propio autor del texto, Fran Nortes, ponen la guinda a un elenco de lujo.
“El secuestro” está dirigida por Gabriel Olivares, director anteriormente de otros grandes éxitos como “Burundanga”, “El nombre”, “Una boda feliz”… convirtiendo así el éxito en marca de la casa. Mención especial también para el autor del texto, Fran Nortes, que ya sorprendió con su anterior trabajo teatral, “La extinción de los dinosaurios”, con el que tiene varios puntos en común.
A pesar de ser una gran comedia, “El secuestro” tiene una fuerte carga política y social en su capa más profunda. Una crítica mordaz a la clase política, a sus verdaderos intereses, a la corrupción y su manifiesta impunidad, a la que, por desgracia, ya nos hemos acostumbrado. Acostumbrados a que ocurran una y otra vez. Acostumbrados a observarles seguros en su impunidad. Y acostumbrados a ver cómo estos hábitos parecen heredarse de padres a hijos, cada vez más. Puede leerse entre líneas también una reflexión algo manida, sobre las relaciones hogareñas de diferentes clases sociales, y de cómo las familias más humildes parecen ayudarse en los momentos más adversos, y cómo las familias más acomodadas, parecen tener más truncados sus principios, sus valores, y las relaciones paterno-filiales, donde el vínculo más fuerte entre ellos, es el dinero. Por último, no pasa desapercibido el papel resolutorio de la mujer en la sociedad, y cómo cada vez toman más las riendas de las situaciones complicadas, en las que los hombres no dejan de comportarse como niños.
“El secuestro” es una de esas obras para ver varias veces. De las que oyes hablar una y otra vez, y de esas que te arrepientes si no la llegas a ver.
Ya sabes. Hay un secuestro en la ciudad que te espera.