Resumen
Crítica de «Gross Indecency».
Espacio Gallinero de Madrid.
Intérpretes: Javier Martín, Jesús Redondo, Eduard Alejandre, Asier Iturriaga, Carmen Flores Sandoval, Guillermo Sanjuán, Andrés Acevedo, Abraham Arenas y Sílvia Acosta.
Texto: Moisés Kaufman
Adaptación: Gabriel Olivares y David DeGea
Dirección: Gabriel Olivares
Ayudante de dirección: Venci Kostov
Producción: Gaspar Soria para TeatroLab Madrid y El Reló
Escenografía y vestuario: Felype de Lima
Iluminación: Carlos Alzueta
Espacio Sonoro: Ricardo Rey
Asesora de movimiento escénico: Diana Bernedo y Andrés Acevedo
Asesora de voz: Yolanda Ulloa
Ambientación: María Calderón
Fotografía: Nacho Peña
Redes sociales: Pepa Marteles
Distribuye: Iñaki Díez
Crítica de la Redacción de Teatro a Teatro.
Gross Indecency es teatro documental al igual que «El Proyecto Laramie» del mismo autor, Kaufman.
Abrumadora y excesiva. De máximo interés y valor. Arriesgada y extrema. Un montaje teatral que no debes ver una sola vez.

La historia
Abril de 1895. Reino Unido. Oscar Wilde demanda por injurias y difamación al Marqués de Queensberry, padre de Lord Alfred Douglas, el joven amante del escritor. El Marqués de Queensberry había calificado públicamente al celebre escritor de sodomita. (Realmente de «sordomita» (en la versión teatral en inglés «somdomite»). Wilde creyó que saldría con éxito de dicha demanda. Jamás imaginó el gran error que tan caro le costaría.
Se filtraron otros testimonios de jóvenes que habían mantenido relaciones con él. La corona intervino en su contra y se celebraron dos juicios más, esta vez con el famoso escritor sentado en el banquillo de los acusados. A lo largo de un año, Wilde fue juzgado por cometer actos de ‘grave indecencia’ e implícitamente, por una visión sobre el arte que indignó a la sociedad Victoriana. Al escritor de nada le valió la fama y finalmente acabó siendo condenado.
Esta obra de teatro versa sobre la caída de un gran hombre de las letras cuyo legado artístico fue ensombrecido por el tremendo escándalo que rodeó a su encarcelamiento.
En esta función Wilde despliega toda su agudeza, su desesperación y su definitivo y público fracaso. Gross Indecency es una “tragedia legal” comparable al juicio de Sócrates narrado por Platón. Un fascinante relato en el que el gran seductor cae ante mundo al que había seducido con su palabra.
3 juicios
3 veces diferentes acudirá Oscar Wilde ante la autoridad judicial. Así lo analizamos en esta crítica de Gross Indecency:
Primer Juicio. Largo. Desafiante. Divertido. Wilde se siente seguro. Locuaz. Hilarante.
Segundo Juicio. La situación se pone seria. Dura. Difícil. Ya no hay lugar para las bromas, las chanzas, ni para verborrea innecesaria. Estocada.
Tercer Juicio. Derrumbamiento. Esperpento
Oscar Wilde no pensó muy bien lo que estaba haciendo. No se escondía. Iba a los cafés, a los bares y tenía gestos que en aquella época eran mal vistos como dar un beso a un camarero. No creyó que iba a tener un problema porque era un genio, un artista y a los artistas no se les juzga ese tipo de cosas. Estaba por encima de todo eso. De pronto se encontró con las leyes de aquella época, la sociedad de la época y le salió al revés.
Después de cumplir condena de 2 años en la prisión de Redding, el dramaturgo se exilió a Francia sin prestigio y ni dinero. Murió años después por una infección en un oído que no fue tratada adecuadamente mientras estuvo en prisión. Se le extendió al cerebro. Murió de una encefalitis.
Rumores
Se rumoreaba que el Primer Ministro Rosebery, cuando era Ministro de Asuntos Exteriores, mantuvo relaciones homosexuales con otro de los hijos del Marqués Queensberry, Francis Douglas. Murió en un accidente de caza, que se propaló como probable suicidio. Algunas cartas apuntan a la conclusión de que Rosebery fue amenazado a ser descubierto por parte del marqués Queensberry si no favorecía la persecución a Wilde. Como certificación de esta sospecha están las depresiones e insomnio de Rosebery, dos meses antes de la condena de Wilde. Una vez condenado Oscar Wilde, la salud de Rosebery mejoró sorprendentemente.
No Juzgues y No Serás Juzgado.
Montaje
Una puesta en escena apabullante. Esta es la parte más crítica de Gross Indecency. Textos exageradamente rápidos. Demasiadas proyecciones. Exceso de actores moviéndose al mismo tiempo. Y gritos. Demasiados gritos innecesarios. A veces, no sabes ni dónde mirar. Si fueran la mitad, tendrían más peso y cobrarían mayor sentido. Cada escena propone un juego diferente con coherencia dentro del espectáculo y de grandes aciertos estéticos.
Ritmo vertiginoso. Tensión y movimiento, incluyendo varios números musicales. No echar el telón tiene otra ventaja: la narración de las acciones y los acontecimientos adquieren una gran rapidez. Pulso dramático, lleno de ideas, lleno de recursos, lleno de soluciones ingeniosas. 100 minutos repletos de conceptos.
Escenografía
Un magnífico trabajo de Felype de Lima. Creada a base de flight cases. Es decir, cajas metálicas negras, ligeras y resistentes, para el transporte seguro de equipos técnicos, instrumentos, etc… Con ellos construye una sala del tribunal, un restaurante, una casa, un banco de un café, o incluso un ring… y todo lo que puedas llegar a imaginar.
Y unas marcas geométricas blancas sobre el suelo, creando 25 celdas cuadras. Junto con un fondo, con imágenes proyectadas sobre un cortinaje de color claro, van desfilando imágenes. El conjunto es sencillamente brillante.
Iluminación
El juego de luces de Carlos Alzueta tiene un protagonismo vital. Por un lado, indica al espectador el lugar en el que suceden los hechos. Por otro lado, sugiere los saltos en el tiempo.

Actores
Descalzos. vestidos de negro y con un guante del mismo color en una de sus manos. Por supuesto, un espectacular y medido trabajo físico. Perfectamente coordinado y ejecutado. Titánico esfuerzo corporal. 8 actores para 42 personajes.
Destaca Javier Martín dando vida al famoso escritor. Su percha queda lejos del metro noventa de Oscar Wilde. Pero lo resuelve magistral con su dulce sarcasmo. Magnifico tono. Lograda ironía y altanería que caracterizaban al poeta. Divertido y carismático.
Magníficos Jesús Redondo, Eduard Alejandre, Asier Iturriaga, Carmen Flores Sandoval, Guillermo Sanjuán, Andrés Acevedo, Abraham Arenas y Sílvia Acosta. Un gran trabajo coral.
Los momentos musicales son muy emocionantes. Especialmente bien traída la canción ‘Over the rainbow’.
El Director
Gabriel Olivares y su TeatroLab son una aportación más que interesante al panorama escénico español. Está basado en la aplicación de técnicas como el método Suzuki. Una disciplina de origen japonés afín al flamenco, al ballet, a las artes marciales al taichí… Trabaja la parte escénica, el control, o la respiración. Todos los mecanismos invisibles que tiene el actor y que tiene que hacer visibles para el espectador.
Este director conoce los entresijos del teatro comercial. Pero demuestra con obras como esta, que también es capaz de indagar en creaciones que pretenden escapar de lo convencional. Ya nos llevamos una grata sorpresa con su montaje de Our Town, donde ya se introducía en estos procedimientos consistentes en el control del cuerpo, en el movimiento grupal, en un desarrollo coral del gesto.
El autor
Moisés Kauffman, reúne los autos del escandaloso pleito, testimonios transcritos de los juicios, correspondencia personal, entrevistas, extractos de las obras de Wilde y las palabras de sus propios contemporáneos para contar la historia de la caída del gran hombre de las letras.
Nacido en Caracas, Venezuela en 1963. Dramaturgo y director formado en el NYU y Cofundador de la “Tectonic Theater Project”, una compañía dedicada a examinar el lenguaje teatral y a tratar temas sociales contemporáneos. Con esta compañía crea entre otros tres espectáculos que lo colocan en la órbita de la nueva estética teatral estadounidense: “Gross Indencency: The Three Trials of Oscar Wilde” (1995), “The Laramie Project” (2001) y “I Am May Own Wife” (2002), siendo galardonado con el máximo honor concedido a un artista en Estados Unidos, la Medalla Nacional de las Artes así como nominaciones y premios en los “Tony Awards”, “Drama Desk Awards”, “Outer Critics Circle Awards” entre otros
En una escena de la obra, Kaufman entrevista al especialista en Oscar Wilde, Marvin Taylor, quien subraya «Realmente creo que los cargos por sodomía son los menos importantes. Wilde estaba siendo juzgado por sus subversivas creencias sobre el arte, sobre moralidad, sobre la sociedad victoriana. Fue un juicio político».
Conclusión
Un excelente trabajo que no te puedes perder. Un regalo teatral para los amantes de las tablas, la literatura y el ingenio.
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