Crítica de «La Décima Musa» con Paloma San Basilio

CRITICAS: Hasta el 10 de julio, en Mérida

“La Décima Musa”.

Intérpretes: Paloma San Basilio, David Ordinas e Ignasi Vidal.
Textos: Guillem-Jordi Graells
Dirección musical: Juan Esteban Cuacci.
Dirección: Josep María Mestres.
Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Olimpo, neones e igualdad

El Teatro Romano de Mérida no solo tiene dos mil años de historia y una muy bien conservada anatomía de piedra y recuerdos. Tiene también un público con fama de amable, que vuelca generosidad y aplausos en los montajes, como para completar el hechizo que supone ver teatro en un marco maravilloso y que, además, te guste lo que has visto. Conocí Mérida ayer, inauguración de la 62 Edición de su Festival de Teatro Clásico, y comprobé el calor de una audiencia que aplaudió con cariño limpio la vuelta a los escenarios de Paloma San Basilio. Regresa con “La Décima Musa”, un montaje desigual pero entretenido, que suena bien y flaquea en el texto.

Paloma San Basilio da vida, con eficacia en lo dramático y soltura en lo cómico, a Peristera, misteriosa décima musa. Interrumpe a Apolo y Baco, David Ordinas e Ignasi Vidal, para transformar el relato tradicional que se ha hecho de las diosas y heroínas de la tradición clásica. Así Paloma San Basilio va convirtiéndose en Galatea, Europa, Antígona, Fedra… A pesar del buen planteamiento y la idea de trazar a través de episodios mitológicos un mensaje sobre la igualdad de género, lo cierto es que la ligazón entre unas y otras historias es demasiado simple, cuando no evidente, y que la lectura feminista apenas araña la cáscara de lo correcto y ya dicho.

Pero el caso es que “La Décima Musa” avanza sin hacerse pesada, dibujando meandros de lo cómico a lo trágico, con los intérpretes, sobre todo los dos masculinos, haciendo y disfrutando a sus anchas en dos interpretaciones sólidas. “La Décima Musa” avanza también, o quizás sobre todo, porque está concebida como un viaje musical que aúna la Antigüedad con Broadway. En ese Olimpo con neones escrito por Guillem-Jordi Graells y dirigido por Josep María Mestres, destacan notablemente las tres voces protagonistas. Paloma San Basilio, trayectoria de pleno en lo que a musicales se refiere, juega aún con una gran voz y se expande emotiva en composiciones de Sondheim, Offenbach, Cole Porter o Andre Lloyd Weber. Ignasi Vidal y David Ordinas son dos de las grandes voces presentes del género, y el montaje les sirve también a ellos el espacio para gustarse.

Las tres voces, que van acomodándose mejor a medida que avanza el montaje, y la música en directo, bajo la dirección de Juan Esteban Cuacci, son la mejor baza de “La Décima Musa”, a pesar de que a algunas letras les falte pulimiento. Las tres voces, y los tres intérpretes, son también el arma con el que llevar a la piedra emeritense, y más tarde a las butacas de Madrid y Barcelona, al público variopinto, o transversal, con el que se llenan las salas

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