“Palabra de mago”, de Jorge Blass. Dirección: Jorge Blass. Guión: J.J. Vaquero y Jorge Blass.
Reparto: Jorge Blass. Bailarinas: Patricia Rayo, Susana Cantos, Miriam Brito.
En el Teatro Compac Gran Vía de Madrid.
Suficiente en la escala de la fascinación
Sí, la fascinación tiene una escala. Y seguro que los magos la conocen: va del “necesita mejorar” del hombre que se esconde debajo de una mesa en Sol y asusta a los viandantes al “sobresaliente” del que hace desaparecer, sin que tú veas ni lo más mínimo del mecanismo, un avión, un camión, doscientos millones de euros… En “Palabra de mago”, el espectáculo que estrenó ayer en el Teatro Compac Gran Vía de Madrid, Jorge Blass juega con dos variables: su seguridad como mago y la predisposición del público a ser fascinado. El resultado es un espectáculo divertido, con una puesta en escena elegante y bien acabada en lo técnico, una función medida en el tiempo y con varios momentos buenos. Pero que no pasa del suficiente en su capacidad de sorprender, que no termina de arriesgarse para crecer como una ilusión excelente y memorable.
“Palabra de mago”, eso sí, avanza sin titubeos con su catálogo de magias diversas por entre un patio de butacas en el que había desde niños de pre-escolar hasta jubilados, casi todos con la misma garganta dispuesta al “¡¡Ohhh!!”. Los diferentes números van uniéndose por un relato en primera persona de la vida del mago, en cuyo texto se nota mucho, casi siempre para bien, el toque de cotidianidad macarrilla de J.J. Vaquero, que co-escribe el guión. Las anécdotas sobre la vida peculiar de un mago y algunos chistes van dando paso a los números, en los que Jorge Blass, con ayuda de las tres bailarinas-ayudantes, hace un repaso completo del repertorio clásico y de su propia maestría: juegos de cartas, transformaciones y apariciones, cuerpos cortados, levitación y, por supuesto, magia de cerca. Es de esperar que esta apuesta sobre seguro brille más cuando los desajustes técnicos del estreno hayan desaparecido.
El mago hace hueco también para la magia tecnológica. Abriéndose paso con fuerza en la categoría de “magia fundamental” en la que están todos los clásicos de los que acabamos de hablar, las ilusiones tecnológicas son también uno de los terrenos en los que los ilusionistas tienen más espacio por delante para explorar e innovar. Con un iPad en la mano, Jorge Blass materializa sólidos, líquidos y algunas cosa más. ¿Ultracreativo? Quizás no, pero de una efectividad apabullante a juzgar, de nuevo, por las reacciones de la mayor parte del público.
Es aquí donde está el quid de la cuestión. Dos décadas de experiencia, uno de los más prestigiosos magos españoles a nivel internacional, un público entregado y un espectáculo que funciona… ¿A quién le hace falta el riesgo? Pregunta lícita. Pero el riesgo hace falta porque existe un matiz que lo cambia todo: puedes jugar con las ganas del público de ser sorprendido o puedes crear de verdad esa sorpresa. Ése es el reto y el dilema del mago. Jorge Blass tiene bagaje, técnica e inteligencia para resolverlo como quiera.
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