Empezaba mi día tomando un café, que me gusta cortado y con leche fría, en la cafetería que hay junto al local donde empezábamos a ensayar Alvaro Puertas y yo, el nuevo texto de Esther Santos Tello, "Confesiones de 2 Pajeros". Y como por instinto, se me ocurrió acercarme a un rincón, coger un periódico y ojearlo mientras hacía tiempo para entrar al ensayo. Mira que lo tengo grabado en la cabeza, y os lo he comentado alguna que otra vez, no leas la prensa… Pero cuando quise reaccionar, ya estaba inmerso en el papel, intentando entender todo lo que leía.
Desde que empecé a aficionarme a los diarios tengo la curiosa costumbre de leer los titulares, y a continuación empezar por la última página, generalmente una entrevista a un personaje popular o significado. Suele seguir la programación televisiva, cultura y críticas. Paso de forma violenta las interminables páginas dedicadas a los deportes, ¿deportes? No, indefectiblemente ese opio amnésico que es el futbol, ocupa mucho, demasiado espacio. A veces siento una insana curiosidad por leer las necrológicas (será cosa de la edad) y ya, me detengo en Nacional y Opinión. Dejo Internacional para el postre, ya que en Nacional sueles intuir (o todo lo contrario) lo que está sucediendo en el mundo.
Siempre me he considerado progresista, no especialmente afín a la izquierda, pero tampoco cercano a los planteamientos conservadores, especialmente en materia social y últimamente económica, de la derecha española. Me gustaría definirme, y permitidme lo pedante, como librepensador ilustrado. Es lo que creo que me hace sospechar por sistema de la carga ideológica que, inevitablemente, lastra en mayor o menor medida los medios de comunicación.
El caso es que hoy ojeaba uno de los periódicos que considero menos infectados por la ideología, aunque no desprovisto de ella, y como me ocurre siempre, terminé amargándome el día. Nos dicen desde Strasburgo, que una de las normas que ha guiado nuestra administración de justicia para determinados delitos no se ajusta a la declaración de los derechos humanos. Es posible que sea así, pero me parece sintomático que, en líneas generales, todos los medios hayan considerado un varapalo esta noticia. Yo creo que una sociedad democrática, un estado de derecho como el nuestro, tiene que estar sujeto a ciertas reglas que garanticen la igualdad ante la justicia y salvaguarden los derechos de todos, pero también considero que esa misma sociedad debe proveerse, dentro de la legalidad por supuesto, de las herramientas y recursos necesarios para su defensa. No voy a proponer que a un terrorista o a un violador en serie se les aplique una justicia a la carta, frente a un ladrón de poca monta o un estafador, sino algo mucho más sencillo.
Todos pagamos muchos impuestos a lo largo del año; el IRPF, el impuesto de sociedades, las tasas de los autónomos, el IBI, el impuesto sobre la recogida de basuras, el de circulación, los tiques de la ORA, nuestro querido IVA, el canon digital y un sinfín de conceptos por los que tributamos para mantener los servicios públicos y la salud de las arcas del estado. Si, ya sé que esto es más que debatible, y está en tela de juicio que este sistema de imposición sea justo y efectivo, pero lo trataremos en otro momento. Lo que intento decir es que pagamos por una serie de conceptos, y cada uno tiene un sistema de hacerse efectivo y de bonificación en la medida de como realices ese pago. ¿No es lógico que el cumplimiento de una pena tenga sus inconvenientes y beneficios de manera individual?
No creo que la dudosa re-interpretación del del art. 70 del Código penal de 1973 sea lo bastante convincente como para hacernos perder el sentido común, dentro de la corrección política o la básica y optimista convicción de que el fin último del castigo legal es la reinserción social.
Vuelvo a pensar que es más sencillo que todo esto. Porque me cuesta mucho entender, que si tengo que pagar todas y cada una de mis multas de aparcamiento, y no son pocas, el culpable de varios asesinatos, o agresiones graves, pueda beneficiarse de un pago único en ventanilla, sufriendo la misma condena que si hubiera cometido un solo delito. Claro, que suelen poner el grito en el cielo cuando se aplica retroactividad en sus condenas, como el caso de Henri Parot, que dio nombre a esta norma. Pero, ¿no estamos todos expuestos a que nos investiguen durante un tiempo nuestros impuestos? ¿No somos responsables ante la justicia de nuestros actos hasta que estos han prescrito legalmente? No me gustaría pensar que vivo en una sociedad en la que matar indiscriminadamente sale más barato que cometer un solo delito.
Si, ya sé que me he puesto muy trascendente, y que esto puede dar lugar a una serio y agitado debate, pero ya os lo dije: es lo que me pasa cuando sucumbo y leo el periódico. Tengo que hacer algo para evitar esta manía mía que me domina.
Por lo demás, contaba lo de siempre: Los hispanohablantes leemos cada año menos; las estrellas femeninas de pop tienen que desnudarse para vender discos; cada vez hay más fugas radioactivas en Fukushima; ha fallecido Nacho Sáez de Tejada; el gobierno exhibe su sorprendente e incomprensible optimismo; los nacionalistas se pelean entre ellos y con el resto del mundo; demasiado poco teatro e interminables páginas de información balompédica. Me está bien empleado, por curioso.
Bueno, al menos veo que huy reponen "El Portero de Noche" en televisión. Por lo menos esa si es una buena noticia.