Filosofía, arte y ciencia

Jorge de las Heras

Son las ocho de la tarde de un día lluvioso de mayo. Pero no es cualquier tarde. Hay una atmósfera extraña en la ciudad. El cielo está casi en su totalidad opacado por unas nubes que parecen fragmentos de noche y sin embargo una pálida luz entre anaranjada, rosa y violácea se derrama sobre los edificios. Esa misma luz que a veces vemos en las últimas exhalaciones del crepúsculo sobre los torreones nubosos, esa luz que parece cargada de más verdad que la luz de nuestro día y que se nos ofrece como el sueño posible de otros mundos o la matriz más verdadera de los nuestros. Esa misma luz que hoy ha abandonado las nubes impregna las aceras, los edificios, los rostros de los caminantes. Oculto en una habitación y limitado por el marco de la ventana no consigo adivinar la mecánica celeste de este asombroso fenómeno que i-rrealiza mi ciudad, mi mundo.

Llaman a la puerta y siento una sacudida que me arranca de mis pensamientos. Entra el último de los asistentes a este primer encuentro entre teatro, filosofía y ciencia: el dramaturgo y director teatral José Sanchís Sinisterra. En torno a la mesa Enrique Alonso, profesor de Lógica y Filosofía de la Ciencia de UAM, Ana Alonso, miembro del Consejo del CSIC y física teórica, Carmen Sigüenza, matriarca de las V Jornadas de Teatro Científico de Medellín y anfitriona en este encuentro tan atípico, Andrés Sigüenza, artista gráfico, Daniel Erice, físico, dramaturgo y director teatral y un servidor.

La reunión va a empezar pero mi mirada se resiste a retirarse al interior de la sala.

José: – Bueno, pues aquí estamos.

Sí, aquí estamos, físicos, artistas y filósofos en torno a una misma mesa, una mesa sostenida por las hélices del crepúsculo en un castillo de nubes. Y en torno a ella el aquelarre, el sempiterno aquelarre entre Ciencia, Arte y Filosofía. Y una vez más la misma pregunta.

Carmen: – ¿Por dónde empezamos?

Arte, filosofía, ciencia, o también sentir, pensar, actuar. Dimensiones de lo humano que desde hace siglos parecen haberse fragmentado: sentimos unas cosas, pensamos otras y hacemos otras más distintas todavía. Como cultura nos sucede lo mismo: el arte nos da una cosmovisión, la ciencia otra y la filosofía otra. La mayor parte de los conflictos y las carencias que vivimos tienen su origen en esta falta de harmonización. Pienso en el mecanismo de un reloj con tres ruedas distintas: si el segundero, el sentir, no está perfectamente afinado con el minutero, el actuar, y este a su vez con las horas, el pensar, nuestro tiempo se distorsiona.

Nuestro tiempo. Miro de nuevo por la ventana. Quizá esa luz que hoy abandona lo celeste descendiendo al mundo de los hombres nos invita a ser valientes, a esforzarnos en esa tarea de harmonización que no es otra cosa que la búsqueda de la autorrealización y la completud como individuos y como cultura.

En torno a la mesa empiezan a bullir las ideas. Como una tormenta, sí, ya que estamos sobre una nube. Nuestro deseo: crear una sinergia entre ciencia, arte y filosofía que cristalice en un proyecto teatral. O como dice Sanchís Sinisterra, “pensar el Teatro desde la Filosofía y la Ciencia”. Tras dos horas y media ¡tenemos un plan! Un pequeño destello o fulgor que ofrecemos a esa tarea cultural inmensa de religar lo que está separado. Nuestro pequeño fragmento de luz crepuscular que ofrecer a la ciudad: dos dramaturgos, un filósofo, dos físicos y un equipo de actores crearán una pieza teatral partiendo de varias teorías físicas y filosóficas que actuarán como matrices dramatúrgicas generadoras de sentido y de estructura dramática. Todos los agentes del proceso creativo asistirán a éste simultáneamente a través de jornadas de improvisación. Esta simultaneidad de etapas ya gentes del proceso creativo es fundamental para que se produzca la comunicación que estamos buscando entre las tres instancias -afinación de las cuerdas del reloj en el ahora creador. Nos damos una fecha límite: el 5 de diciembre, día en que darán inicio las V Jornadas de Teatro Científico de Medellín.

Miro de nuevo por la ventana. Ha caído la noche. Manos a la obra.

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