El bando municipal de Fuengirola establece la siguiente normativa para las casetas de feria de dicha localidad, copio literalmente: “Se autorizarán todo tipo de músicas siempre que estén interpretadas en español. Bajo ningún concepto se permitirá la ambientación musical con los siguientes géneros: Funk, Rap, Reggaeton, Metal, Alternativa, Reggae, Heavy Metal, Country, Punk, Hip hop y Gótica o ritmos latinos en general” y continua diciendo que todas las casetas deberán sintonizar el dial que establezca la Consejería de Fiestas del municipio “por higiene, respeto y convivencia y para hacer más agradables las jornadas festivas”.
También regula aspectos como la decoración de las casetas y la indumentaria para la correcta celebración de la feria, terminando con el siguiente mensaje: “Aprovecho también estas líneas para invitar a vecinos y comerciantes de Fuengirola a engalanarse con atuendo andaluz y a decorar los establecimientos con motivos festivos para dar mayor realce a la Feria del Rosario”. Al menos aquí no obliga a nadie, tan solo se trata de una invitación, lo cual entra dentro de la lógica.
Como dato curioso apunto, que la semana festiva contará con homenajes a la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora del Rosario Coronada, una misa flamenca y conciertos de José Manuel Soto y concursantes del programa “Se llama Copla”.
Olé.
En primer lugar, sé, que cada localidad, pueblo, ciudad o región, a través de sus representantes en ayuntamientos o gobiernos autónomos, tiene derecho a celebrar sus fiestas patronales o semanas feriantes como le plazca y Fuengirola no iba a ser una excepción, faltaría más. Sin embargo, me sorprende la virulencia exhibida para eliminar ciertos estilos musicales del hilo de la Feria, por parte de su alcaldesa, la también vicepresidenta del parlamento andaluz, Esperanza Oña, por, como expresa en el bando municipal que ella misma firma, “higiene, respeto y convivencia y para hacer más agradables las jornadas festivas”.
Sí, me quedé de piedra al leer semejante orden, pues esta señora, que por lo que se deduce de su misiva, debe de tener su casa decorada a base de farolillos y banderolas y vestir con mantilla y peineta en domingo y días de guardar, como Dios manda, parece trazar una línea divisoria entre música decente y música indecente, entre música que genera problemas de conducta y de otra índole y música cuya naturaleza mantiene el orden y la convivencia.
Imagino la discografía que posee en su casa la señora alcaldesa y en su derecho está de disfrutar de las Pantojas, Jurados, Bisbales o del ilustre José Manuel Soto, por poner un ejemplo, pero de ahí a obligar a los demás a tener que escuchar el girillo coplero con gallito caracoleado, con el pretexto de que así el ambiente es más “higiénico”, distan ocho mundos.
Seguro que no ha querido, la señora alcaldesa, ofender a aquellos ciudadanos que pacíficamente consumen los estilos de música que han sido excluidos de la Feria de Fuengirola por su flamenca gracia, pero lo cierto es que el tono, es del todo ofensivo e hiriente. Porque de semejante normativa podríamos deducir que, muchos de los que han desvalijado cajas de ahorros, bancos, arcas municipales, ya fuera para aprovechamiento propio, ya para, presuntamente, financiar partidos políticos de manera ilegal (algunos, compañeros de filas de la alcaldesa) cuando firmaban planes urbanísticos fraudulentos o “recibos” no declarados, tal vez lo hicieron con “The trooper” de Iron Maiden, o “Highway star” de Deep Purple sonando en el hilo musical de sus despachos.
No, no está bien, señora Oña, confundir conceptos o estilos musicales con conductas determinadas, pues no recuerdo a ningún cantante de Hip Hop, de Reagge o de Heavy Metal condenado por delito fiscal o económico alguno, sin embargo y sin ir más lejos, una ilustre de la copla, estilo que entra dentro de los cánones de conducta que contribuyen a la convivencia según su criterio, no hace mucho tiempo fue condenada a dos años de prisión por blanqueo de capitales.
Ole, ole y ole (prefiero no acentuar los “olés” para que suenen más auténticos).
Queda algo interesante en este punto a desentrañar: ¿Es la señora Oña una experta en cuestiones musicales capaz de reconocer y distinguir con melómana precisión estilos y tendencias?.
Tal vez nos encontremos ante una auténtica conocedora del panorama musical, aunque no sé por qué, me da en la nariz que en su casa deben ser más aficionados a programas del tipo Operación Triunfo. Pero por si acaso se tratase de una melómana empedernida, me gustaría preguntarle si ya que el Rock and Roll o el Rythm Blues, por ejemplo, no están dentro de la lista de estilos no aptos para la convivencia, ¿estaría permitido pinchar “Camon every body” o Summertime blues” de Eddie Cochran? ¿Podría el dueño de una caseta, para bajar las pulsaciones propias de las fiestas y relajar algo el ambiente, pinchar “Angie” de Los Rolling o “In the Ghetto” de Elvis Presley? ¿Es, según la flamenca gracia de la señora Oña, tolerable “Georgia on my mind” o “I got a Woman” de Ray Charles?.
La respuesta es no, pues si bien estos estilos no están incluidos en la quema de su orden municipal, la alcaldesa se ha cubierto las espaldas contra elementos quisquillosos como el que aquí escribe, pues “se autorizan todo tipo de músicas siempre que estén interpretadas en español".
Ole, ole y ole.
No me quiero ni imaginar la que se armaría si en unas fiestas municipales de, por ejemplo, Santa María de Palau Tordera, por mandato de un bando municipal, sólo se autorizaran músicas que estuvieran interpretadas en catalán. La bronca sería de las que hacen historia y no sin razón.
Sin embargo la absurda y desgraciada disposición municipal de la alcaldesa Coña, perdón Oña, tiene una brecha que la señora no ha tenido en cuenta, pues hay Rock and Roll en Español. Luego Loquillo, Los Rebeldes, Mclan, Fito y Fitipaldis, Revolver y hasta un servidor podríamos sonar en esa feria, por no hablar de los innumerables estilos de música que no son flamenco ni sucedáneos, que se interpretan en Español y que no están incluidos en la quema.
En cualquier caso, estoy convencido que los gustos musicales de la alcaldesa se mueven más por lo que marca el programa musical “descubre talentos” del momento y/o por el último disco de Bisbal (puesto que el Fary, por desgracia, nos dejó hace tiempo). En ese caso entiendo que su ensayo de guillotina musical (metáfora pura, no nos vayamos a confundir) se debe al desconocimiento del amplio espectro musical y su riqueza, en donde no caben las etiquetas, solo la cultura musical del consumidor.
Pero hay algo que es mucho más preocupante para mí en todo este asunto del bando municipal de Fuengirola.
Ciertamente, es lamentable la imagen que se quiere dar de los andaluces fuera de su comunidad.
Yo vivo en Andalucía y puedo asegurar que la sociedad andaluza es mucho más heterodoxa y cosmopolita de lo que la señora Oña y otros elementos quieren vender. Entiendo que esto les dé miedo a unos cuantos, pues conviene a los que mandan hacer creer a la gente que no existe nada más que lo autóctono y que nada de lo que venga de fuera es interesante y, además, muchos son los que viviendo del cuento de “la gracia” andaluza verían peligrar sus intereses. Sin embargo, creo que este tipo de acciones, injustas, de corte caciquil y catetas, lejos de mejorar la convivencia entre vecinos, no hacen otra cosa que perjudicarla. Excluir es siempre un acto violento, ya sea por motivos culturales, de lengua, de raza, o de gustos musicales. Lo que la señora Oña, hace con su bando municipal es una acción de corte nacionalista tan extrema y patrañera como cualquier otra.
Yo no tengo nada en contra del flamenco (me refiero a la música, no al pájaro, que tampoco) ni de la copla, ni de los híbridos y subclases que de dichos estilos se derivan, pero la constante protección que se hace de los mismos, desde las instituciones y los canales públicos en Andalucía, en ocasiones ralla lo grotesco e incluso está por ver, como en el caso de este bando municipal del Ayuntamiento de Fuengirola, si no vulnera el derecho de los ciudadanos que consumen los estilos de música excluidos, por no hablar de los profesionales que viven de los mismos y que suficientes problemas tienen ya para sobrevivir por la piratería permitida a gran escala (en lo que somos los números uno en el mundo) como para que, además, les excluyan de las fiestas patronales o ferias con argumentos propios de una mente cavernaria.
¡Qué país este que sigue teniendo representantes públicos empeñados en trazar líneas divisorias, que nos condenan irremisiblemente a sufrir su falta de cultura y criterio, en lugar de trabajar honestamente para solucionar los problemas que afectan a los ciudadanos!
¡Qué manía que tienen algunos por prohibir a los demás hacer lo que les plazca, siempre y cuando no perjudiquen a nadie por ello!
Salud, amigos.
P.D.: Que sí, que sé quien dirá que mi post tiene tintes demagogos, pero la verdad, a estas alturas, francamente, me importa un bledo.
Por cierto, señora Oña, tengo un amigo que compone copla en francés, ¿no podría hacerle un hueco en el hilo musical de su localidad y acogerle en su apartheid cultural por expansión de los valores andaluces, aunque no cante en español?