¿Hacemos un trío?

Es bello, hermoso, guapo, lindo, precioso, emotivo, emocional, agradable, gustoso, grato, apetecible, sabroso, rico, magnífico, ocurrente, jovial, guasón, chistoso, salado, cachondo, entretenido, ameno, distraído, placentero, sexy. Armónico, armonioso, melódico, melodioso, rítmico. Original, único, atrayente, curioso, insólito, interesante, inusitado, singular, asombroso.

Tiene cualidad, clase, carácter, condición, naturalidad, nobleza, título, linaje, pedigrí, casta, aptitud, disposición, entrega, sacrificio, dedicación, afán y mucha, mucha gracia.

Creo que me quedan pocos adjetivos y sustantivos para definir la última creación de Zenón Recalde, "¿Hacemos un trío?".

Tres auténticos animales de escena se reúnen sobre las tablas, después de muchos años de trayectoria profesional a sus espaldas, para rememorar la primera vez, ya lejana en el tiempo, que lo hicieron juntos, pero en realidad es para mucho más que eso. Lo hacen por el placer de sentir y hacer sentir la corriente de amistad que nunca ha dejado de circular entre ellos, haciendo lo que mejor se les da: transmitir emociones a golpe de palabra, canto y baile.

Y lo cierto es que realizan bien cualquiera de las tres disciplinas que se supone que debe reunir un actor de musical completo, pero hay algo que les distingue de todo lo que he visto últimamente y que no es otra cosa que una verdad y sinceridad que derriban el muro de escepticismo del espectador más hermético y poco predispuesto.

Debo reconocer que el cansancio que tenía, en mi día de descanso semanal, era mayor que el deseo de encerrarme en un Teatro, incluso para ver un prometedor show guionizado y dirigido por mi admirado amigo del alma, Zenón Recalde. Tuve miedo de caer presa del cansancio sentado ya en la butaca de la sala pequeña del Teatro Nuevo Alcalá. Pero entonces se hizo la luz. Un fogonazo de energía me insufló vitalidad desde la primera nota emitida por el piano de César Belda.

El show había empezado. Una adecuada selección de canciones y textos ingeniosos transformaron mi cansancio en excitación y la aguja horaria en un ágil minutero.

De la noche cabría destacar algunos momentos absolutamente mágicos, como por ejemplo los primeros compases de "Losing my mind" cantado por una excepcional Natalia Millán, talento concentrado en estado puro como he visto pocos en mi vida, cuyo sentimiento rebosaba de tanta verdad como el arañazo rápido y certero de un gato. Su bella y placentera voz, que no necesita de alardes ni florituras para tocar la fibra sensible, arropada por el piano como una simple sábana transparente que cubriera un bello y frágil cuerpo desnudo, era el preludio de un estupendo medley de temas de Sondheim, creación de Belda, en una mezcla acertadísima de armonías y sentidos.

Otro momento lo protagoniza Marta Valverde, gran dama del Teatro que acostumbra a desbordar con su fuerza brutal, al aplicarse delicadamente, con la facilidad camaleónica propia de los de su estirpe familiar, repentinamente, para entonar una emotiva "Alfonsina y el mar", dedicada a la memoria de su madre, quien sentía devoción por esta bella canción popularizada por Mercedes Sosa, como la misma Marta contó previamente ante la mirada atenta de su padre, el histórico y fabuloso actor y cantante Lorenzo Valverde (a quien debo una gran parte de mi carrera profesional, como él bien sabe. Prometo explicar por qué en este blog muy pronto).

Un tercer capítulo a destacar es la excepcional interpretación que Alberto Vázquez hace de la preciosa canción de Joan Manuel Serrat, "Pueblo blanco", después de haber desvelado su breve adiós a las tablas, por la insoportable presión del día a día del actor que, por suerte para todos, duró hasta que una amiga le animó a presentarse a la audición de "Mamma Mia", musical que posteriormente daría un nuevo impulso a su carrera.

Pero como todo buen show de Comedia Musical no sólo destila emoción y sensibilidad esta original propuesta. El humor aparece, así, a raudales, dosificado de manera inteligente por el director-guionista.

Excepcionalmente hilarante es la parodia escenificada de una novela radiofónica en la que los tres artistas muestran su versatilidad como actores, celebrada por los espectadores con sonoras y sinceras carcajadas.

Todo ello bien acompañado por César Belda al piano, quien se ha convertido en un especialista en este tipo de propuestas, convierten a "¿Hacemos un trío?", en mi humilde opinión, en el espectáculo revelación de la temporada.

Ocurre con los textos de Zenón Recalde que logran siempre extraer lo más ingenioso y simpático de la esencia de aquello que explican, sin caer en la parodia fácil, el humor chabacano o la ñoñería sentimentaloide . Por el contrario, moldean la figura y la idea del artista, su voz y su actuación de modo que, de una forma del todo natural, parece que sea el mismo actor o actriz quien compone, al momento, el texto que de su boca desfila. No en balde no dejan de ser, todas las historias que se cuentan sobre el escenario, retazos de las vidas de quienes las están contando.

Pero para que esto suceda con éxito, como es natural, se necesita a buenos y buenas intérpretes. Natalia, Marta y Alberto lo son, y perdón por la expresión, de la hostia, de la leche, del carajo…

Y mucho más que eso son, pues hay momentos en los que crees que su historia es tu historia. Porque todos, alguna vez, hemos perseguido algún sueño o lo seguimos persiguiendo y estos tres intérpretes llegan a convencerte de que conseguirlo es cuestión de valentía, talento y honestidad. Justo lo que desprenden ellos en cada pequeño detalle. Ni más ni menos. Por eso son tan buenos, porque son de verdad: sinceros y valientes, los tres, todo el tiempo en el que flotan con gracia sobre el pequeño escenario del Alcalá. Y es que eso es lo más difícil… ¡Ay, la verdad!

En fin, no dejéis que otros os cuenten qué es "¿Hacemos un trío?" Id y comprobadlo vosotros mismos. No os arrepentiréis. Eso sí, llevad pañuelo porque vais a reír y a llorar de emoción, y mucho.

Gracias a los cinco valientes que os habéis embarcado en esta aventura. Dais envidia, mucha y orgullo también, mucho, de ver compañeros que arriesgan pero con disfrute.

Z, qué bueno que viniste, che, sos un capo, así que vamos a por otra (esto es un mensaje en clave).

Salud amigos.

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