Vamos a ver. En las películas queda clarísimo que los políticos, magnates y demás gerifaltes de rapiña son todos unos mafiosos, prevaricadores, estafadores, conspiradores, trapicheros, blanqueadores, inductores de asesinatos… y resulta creíble en la mayoría de ellas. Incluso en los biopics de grandes estadistas que del mundo han sido se destapan vergüenzas infamantes que de haberse sabido en su día le hubiesen costado bien caras a los protagonistas.
En ninguna película bien hecha se concibe a un político que alcance con rectitud y honradez su cota de poder. ¿A que no?
En ninguna película decente se muestra a un multimillonario, empresario de muchos medios mundos, que no tenga las manos pringadas de sangre enemiga, ni las suelas de los zapatos limpias de masa encefálica de algún inocente que hubo de llevarse por delante para alcanzar sus fines. ¿A que no?
Y dicen que la realidad supera la ficción. ¿A que sí?
Yo creo que todos los habitantes de este país damos por hecho que los políticos nos engañan (ése es su cometido, al fin y al cabo), pero lo que es peor: nos roban.
Hay gente pillada con las manos en la masa y está en la calle. ¿Qué me estoy perdiendo?
¿Será que los jueces españoles no ven películas?
Tenemos que ver a gente gorda entre rejas ya, o el pueblo va a estallar.
Vayan al cine, señores jueces, y entérense de qué calaña está hecha la gente que están juzgando con tanto mimo.