Helio Pedregal: ‘La obra trata de dos personas que reflexionan para entender, no salen a la calle con piedras’

ENTREVISTA: Sobre "La sesión final de Freud", Teatro Español

Helio Pedregal y Eleazar Ortiz protagonizan un montaje dirigido por Tamzin Townsend.
Tamzin Townsend, la directora y Helio Pedregal y Eleazar Ortiz diseccionan el montaje que estrenan en el Teatro Español en una conversación sobre los temas fundamentales, el humor, la inteligencia de dos grandes genios y la enseñanza teatral en España.

Helio Pedregal y Eleazar Ortiz se ponen a las órdenes de Tamzin Townsend para encarnar a Sigmund Freud y C.S. Lewis en "La sesión final de Freud", de Mark St. Germain. El montaje, una producción de UNIR, se estrena el 13 de enero en la Sala Pequeña del Teatro Español. Mantenemos una conversación con la directora y los dos actores para conocer más sobre esta obra que ya ha triunfado en algunos escenarios del mundo.

Cómo nos amamos, hacia dónde vamos, qué hacemos aquí y qué pasa con Dios son algunos de los temas que se tratan en la conversación entre dos hombres inteligentes que se disputan la razón mediante la reflexión. De fondo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Tal y como señala Pedregal, "reflexionan para entender lo que pasa, no salen a la calle con piedras".

Freud y C.S. Lewis, temas trascendentales, una habitación… ¿Función para expertos? "No, no, no. Para nada. La obra está llena de acción, llena de humor y nadie que ha venido a verla se ha aburrido", afirma Tamzim Townsend.

TaT. ¿Por qué montar "La sesión final de Freud"?

Tamzin Townsend: Porque es muy bueno. Es un texto que, cuando lo leí, pensé: Este texto lo quiero hacer. Porque es un texto bueno. A veces uno hace textos que no son tan buenos. ¿Por qué montarlo? Porque trata de dos personajes fascinantes y es un texto que va a hacer que la gente piense, que la gente se ría. Es un texto entretenido, provocador y te da ganas de conocer un poco más de Freud y de C.S. Lewis. No había razón para no hacerlo. Además, hay dos actores en un único espacio… No sé, no hacer esta obra sería un pecado.

Helio Pedregal: Y luego porque es muy oportuno. Alguien comentaba, creo que fue el Papa Francisco, que por favor, un poco menos de ruido y un poco más de silencio, un poco más de reflexión. Yo comparto plenamente esto. Es una frase que me caló porque también recuerdo que hace quince años, un Premio Príncipe de Asturias comenzó su discurso diciendo: Por favor, un poco de silencio. Y aquí ocurre: son dos personas que empiezan a reflexionar sobre una situación terrible… Y reflexionan, no salen a la calle con piedras, reflexionan para entender.

TaT. En la obra se habla de la existencia de Dios, del sexo, del amor, del sentido de la vida… ¿Es un enfrentamiento sobre el hombre contemporáneo?

Helio Pedregal: Por supuesto.

Eleazar Ortiz: Claro, eso es lo interesante de la función. La lucha que tenemos todos.

Tamzin Townsend: Éste es quid de la cuestión.

Helio Pedregal: Yo estoy seguro de que si pudiéramos salir a la calle y pudiéramos abrir la cortina de la cabeza de cada uno de los ciudadanos que caminan, todos cabrían en alguna de las dos posiciones que se reflejan en la obra. Con toda seguridad. Puesto que todos estamos inmersos en esa dinámica de buscar sentido a las cosas, es bueno que encontremos a dos personajes históricos que nos plantean la opción de ponerse, cada uno, a defender su parte para que cualquier ciudadano tenga cabida ahí. Es la razón por la que esta función se escribe, se monta y se produce.

Tamzin Townsend: Y nosotros tres yo creo que hemos sido muy honestos y muy fieles al texto. Porque hubiese sido muy fácil para nosotros, decir: qué pesa más, vamos a tomar partido por uno o por otro. Y hemos buscado con una honestidad absoluta que Freud no arrasa a C.S. Lewis, a pesar de que las ideas de Freud son muchísimo más conocidas, además su vocabulario está ya incorporado en el nuestro. Y ahí hemos hecho un trabajo, y Eleazar ha puesto mucho, para que C.S. Lewis no se quede por abajo…

Helio Pedregal y Eleazar Ortiz, a la vez: Es que así no habría función…

Tamzin Townsend: Pero no, no lo hemos hecho. Hemos sido muy fieles al texto en este sentido.

TaT. Con todos estos temas, ¿existía el riesgo de que la función fuese demasiado cerebral?

Tamzin Townsend: No, no, no.

Eleazar Ortiz: No, porque el humor está implícito en la función. Hay que hacerlo, pero creo que el autor, St. Germain, lo escribe muy inteligentemente y lo pone justo para que, si tenemos la habilidad, hacerlo.

Tamzin Townsend: Hay mucho sentido del humor y hay muchas cosas que pasan. Piensa que es el día que es [el estallido de la Segunda Guerra Mundial], que es un día interrumpido constantemente por noticias, que se van introduciendo a través de la radio… Además hay sirenas, ruidos…

Helio Pedregal: Ellos encienden la radio varias veces durante la función, porque la misma radio ofrece noticias para dentro de una hora, o dentro de media hora. Entonces, ellos buscan las noticias y las escuchan juntos y eso va influyendo, lógicamente, en su conversación.

Tamzin Townsend: Y discuten… No es una obra en la que hay dos señores sentados en una mesa hablando durante noventa minutos. ¡Para nada, para nada! Está llena de acción, de elementos que vienen de fuera, de la enfermedad de Freud… Nadie de quien ha venido a verla, y mira que ha venido gente, nadie, nadie se aburre.

TaT. Habéis insistido mucho en esto del humor. ¿Cuál es el mecanismo del humor que hay en la obra?

Helio Pedregal: Pues… dos mentes preclaras, dos mentes lúcidas, que saben que nada de esto que están hablando trasciende de la realidad de sus propias vidas. Con lo cual, hablan de ello con una sencillez enorme y con una naturalidad enorme también. Compiten por defender sus propios principios, pero lo hacen jugando…

Tamzin Townsend: ¡Claro!

Helio Pedregal: Jugando a ver quién apura un poquito más la razón última, para determina un concepto concreto. Si hablamos de sexo, vemos cómo los dos se divierten intentando llegar a la definición que los ponga de acuerdo. Nunca lo consiguen, pero hay algo muy divertido en la forma en que compiten. Porque son muy inteligentes y saben muy bien que no se puede uno poner ya más serio de lo que la vida nos pone. Hay que darle un poquito de oxígeno a las cosas.

TaT. Como directora, ¿qué les pediste a los dos actores a la hora de empezar a trabajar sobre el texto?

Helio Pedregal: Que estudiáramos mucho…

Eleazar Ortiz: Y que venga, que ligeritos, jajaja.

Tamzin Townsend: Que no llegaran tarde al ensayo…, que se comporten bien, que no me lleven demasiado la contraria…

Helio Pedregal: ¡Que no escupiéramos en el suelo!

Eleazar Ortiz: Yo tengo que decir que, para mí, su dirección ha sido fundamental. Ha sido con cuentagotas, con pruebas de tomar unas decisiones u otras, de intentar hacer una cosa y luego decir no vamos a hacer esto, vamos a quitarlo… Entonces, para mí, con otro director, no sé lo que hubiese sido. Ha sido muy precisa y a mí esa precisión me ha ayudado mucho. Ha habido momentos que he tenido mucha confusión y dudas, como todo el mundo cuando está trabajando, y les he preguntado en varias ocasiones cosas que yo estaba dudoso y ellos dos me han dicho: No te preocupes, esto está perfecto aquí o está perfecto allí… Eso ha sido fundamental.

Helio Pedregal: Yo creo que Tamzin ha hecho una cosa que me parece la más inteligente ante un texto como este, que es perseguir a muerte la verdad. Porque esto sin verdad no vale. No son palabras dichas, sino palabras que nacen. En ese sentido, ella ha insistido mucho en ir a la verdad de la razón de cada uno de los dos personajes, en que es el secreto para que eso luego, te guste o no te guste, lo compartas o no lo compartas, pero es verdad. Ahí es adonde nos ha querido llevar, y adonde nos ha llevado. Y a mí me parece un acierto enorme.

TaT. Eso supone un reto mayor para los actores, ¿no?

Eleazar Ortiz: Claro.

Helio Pedregal: Pues sí. Sobre todo porque no nos parecemos… Quiero decir, imagínate. Yo, cuando me encontré con el texto la primera vez, dije: pero cómo voy a incorporar yo a este personaje tan complicado y tan complejo… Entonces, bueno, es trabajo.

Eleazar Ortiz: Trabajo y determinación también, ¿eh? Hablo por mí pero conozco un poco a Helio y creo que somos dos actores con determinación a la hora de decir: Bueno, esto me va a costar pero lo voy a hacer por encima de mi cadáver…

Helio Pedregal: Y sobre todo, por la cuenta que nos trae.

(Risas)

TaT. Para acabar: ¿Qué espíritu detectáis en los jóvenes respecto al teatro, actualmente?

Tamzin Townsend: Ésa es mi gran cosa, lo que yo voy buscando con la docencia y con la Universidad. Que los jóvenes vayan al teatro y estudien al teatro. Yo creo que en este país la educación teatral es mala, muy mala.

Eleazar Ortiz: Malísima.

Tamzin Townsend: Comparado con Inglaterra, donde teatro es una asignatura desde la guardería, básicamente. En mi plan de estudios aquí, yo paso por todos los grandes y los alumnos leen, leen y leen la importancia por ejemplo del portazo de Nora, en "La casa de muñecas" de Ibsen, porque es un portazo con el que se están rompiendo muchas cosas… Intento que entiendan por dónde vienen las cosas teatralmente, porque no lo saben. Pueden ir al teatro y piensan "¡Ah!", pero no saben de dónde viene. Y todo ahora viene de algo. Venimos de Chéjov, de Ibsen, de Stanislavsky, de Brecht, Artaud, Molière, los romanos… Venimos de un sitio u otro y hoy en día ésta es la lucha de mucha gente, incluyéndome a mí: que la educación teatral sea más potente porque se aprecia en toda la cultura. Los maestros de antes están en toda la cultura.

Eleazar Ortiz: Y los países que no lo tienen están perdidos.

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