Hendaya. Cuando Adolfo encontró a Paco

Ignasi Vidal

Empezaré este post mostrando mi extrañeza por el hecho de que “Hendaya. Cuando Adolfo encontró a Paco” haya pasado desapercibida pora aquellos que son responsables de las diferentes asociaciones o agrupaciones que reparten galardones a los numerosos montajes de Teatro Musical que se representan en nuestro país. Mi extrañeza va en aumento si tenemos en cuenta que este montaje lleva casi cinco años representándose en salas a lo largo y ancho de nuestra geografía y aun me extraña más que algo de factura cien por cien nacional haya llamado la atención de tan pocos. Eso, sin duda es indicativo de que no están todos los que son ni son todos los que están y de que tal vez un poco más de atención haría que con el tiempo el género musical gozara de unos auténticos premios que reconozcan la labor de todos los espectáculos que se estrenen dentro de nuestras fronteras y no sólo de los más grandes y llamativos, que sin duda lo merecen, sino también aquellos que se las ven y se las desean para ser contratados en una pequeña sala de exhibición (claro que para eso primero debería de cambiar el ruinoso sistema de nominación que rige actualmente en la que de forma vergonzosa unos piden, mendigan por decirlo claramente, para sí el voto a sus amigos, hayan o no hayan visto el trabajo realizado) Animo a aquellos que desean que esto cambie para que no ocurra otra “fuga” de reconocimiento como ocurriera con el genial montaje del que ya hablé en este blog “La Barraca del Zurdo” que gozó de un amplio reconocimiento en la pasada edición de los MAX y sin embargo en todos estos años ni siquiera ha obtenido una sola nominación o mención en los numerosos galardones que existen de Teatro Musical. Lo nuestro, gentes de los musicales, deberíamos cuidarlo mucho más. Estas cosas no pueden dejarse al antojo del Facebook.

Como yo sí que no pierdo la ocasión para ver un montaje autóctono me acerqué a la sala 2 del Teatro Nuevo Alcalá para ver “Hendaya”. No ocultaré mi desconfianza inicial hacia lo que iba a ver (más por ignorante que por avezado espectador) por ver un musical sobre un tema tan curioso y delicado por tratarse de un hecho histórico sobre el que se ha escrito mucho pero del que realmente se sabe bien poco (aunque ahora ya sabemos que la obstinada oposición de Franco por no ceder a la pretensión de Hitler para que la España fascista entrara en guerra dentro del Eje es un bulo, un infundio, que durante el franquismo se extendió interesadamente por las autoridades para presentar al dictador ante su pueblo como un independiente e inteligente estadista preocupado por el devenir de su recién salvada patria de las hordas marxistas, que nada tenía que ver ideológicamente con el salvaje y hereje régimen del III Reich).

En 1.940, sólo un año después de salir victorioso con su ejército nacional de una cruenta guerra civil, el dictador Francisco Franco, con una nutrida comitiva capitaneada por su cuñado, Ramón Serrano Suñer, debe encontrarse, en la estación de trenes de Hendaya, localidad del sur de Francia, con el dictador de moda del momento, Adolf Hitler, quien con su poderoso ejército acaba de ocupar Francia. Éste, a su vez acude, con otra nutrida comitiva capitaneada por el Barón Von Ribentrop. El marco histórico sirve a los autores de la pieza, Pepe Macías y Carla Guimaräes, para crear una alocada y surrealista historia cargada de humor, en la que utilizando los perfiles auténticos de los personajes, nos muestran no sólo las miserias de los mismos, sino también las miserias de un mundo en ruinas, tanto física como moralmente, anestesiado por la repugnante morfina de los totalitarismos de aquella primera mitad del S.XX.

Del montaje diré, siempre según mi modesta opinión, que quitando algún pequeño pasaje en el que el ritmo de la función decae, los momentos hilarantes y brillantes, que en general es la totalidad de la pieza, provocan la risa casi continua de los espectadores y no sin mérito. Tal vez a mí me sobren los siempre recurrentes guiños a nuestra actualidad política, pero ciertamente el texto es de una inteligencia notoria por lo documentados que parecen estar los autores y sobre todo por cómo se las ingenian para sacarse de la chistera un comedia, al más puro estilo “Joglars”, de un tema que en realidad no tiene nada de gracioso.

Alguien podría pensar que la música es secundaria en un montaje de estas características, sin embargo, Aday Rodríguez, el autor de la misma, la ha sabido encajar, con un estilo actual, en una historia que transcurrió hace setenta años en la que no desentona para nada gracias al tratamiento surrealista que envuelve a toda la pieza. Lástima que el imperativo económico fuerce a esta compañía a enlatar la música para que los actores pongan sus voces sobre el playback.

Para acabar me gustaría resaltar la labor de un estupendísimo reparto. Los cuatro compañeros sobre el escenario muestran su versatilidad y sentido del humor en una interpretación en la que el espectador puede ver el alma del actor en pleno disfrute de su trabajo con el punto justo de distanciamiento de la máscara que cada uno de ellos representa. Así pues, Miguel Ángel Giménez, Rafa Galán, Luis Llagüe y Juan Carlos Mestre merecen mención especial dentro de todo el engranaje de “Hendaya”. Ninguno de ellos es poseedor de una gran voz y sin embargo los cuatro me parecieron que superaban con brillantez la exigencia que siempre implica el Musical. Y aquí es donde debo detenerme pues la interpretación del caudillo español llevada a cabo por Juan Carlos Mestre merece ser subrayada con mayúsculas. La inconfundible voz aflautada, el porte al ralentí, su fingida indecisión, los gestos entre cansinos y grandilocuentes de Francisco Franco y un sin fin más de matices del dictador, son magistralmente conseguidos por Mestre, que va más allá de la pura imitación para llevarlo a una auténtica interpretación subjetiva del personaje producto de la inteligencia y la meticulosidad con la que ha demostrado trabajar este actor. Si alguno de los responsables de los numerosos premios de Teatro Musical pasara por una de las representaciones de “Hendaya” tal vez se daría cuenta de que el trabajo de Mestre debería de haber sido reconocido hace tiempo.

Sólo me queda felicitar a los productores, José María Asensi, Luis Calvo Ramos y Nicolás Matji, por poner sus energías en tan alocado invento y a sus directores Pepe Macías y Flavia Scarpa por haberlo ensamblado todo de manera brillante. (Por supuesto es mi opinión)

Ya de vuelta a casa, como ya me ocurriera cuando vi “La Barraca del Zurdo”, “Amores Rodados”, “Pegados” o cualquiera de los montajes de la compañía “Niños Perdidos”, pensé que sí hay Teatro Musical español de creación, nuestro, propio, con personalidad y mucho de éste de indudable calidad. Sólo hay que rascar un poco y aparece.

Salud, amigos.
 

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