Juan Eslava Galán

Ignasi Vidal

Según dictan nuestras leyes la mayoría de edad se alcanza a los 18 años. Sin embargo estaremos casi todos de acuerdo en la opinión de que el hecho de haber alcanzado tal edad no es demostrativo de que el individuo atesore madurez emocional alguna. En unos casos sí, en otros no. El umbral de dicha madurez es tan inclasificable y relativo como distintos somos los unos de los otros.

Lo que para mí, sin duda, nos hace mudar la piel de la adolescencia por la de la edad adulta, suele ser un hecho concreto que actúa como detonante de este proceso. En mi caso, creo que el hecho que actuó como detonante de este proceso, fue la lectura de un libro.

Hasta ese momento, yo, como suelen hacer los adolescentes ávidos de conocimientos que les ayude a formarse una opinión respecto al mundo que les envuelve, leía todo lo que me caía entre las manos. A veces con cierta petulancia, otras por necesidad, leía con ánimo de reafirmarme y mostrarme desenvuelto con los demás. Tal vez esa sea la razón por la que a los diecisiete o dieciocho años me enganchara tanto a la obra de Oscar Wilde. También por placer leía, qué duda cabe. Me gustaba leer y lo hacía con ganas. Sin placer no existe actividad artística posible, ni como artistas ni como espectadores.

El caso es que mi padre, lector empedernido como ya he comentado en alguna ocasión, ostentaba en la librería de nuestro hogar un ejemplar de un libro con exótico nombre llamado “En busca del unicornio”. Yo había visto a mi padre, años atrás, y a hermano mayor reír mucho y pasárselo de lo más bien mientras leían este libro, razón por la que, en cuanto encontré un hueco en mi agenda de lectura, me hice con él.

Esta fabulosa novela nos transporta al S.XV, a la corte del rey de Castilla Enrique IV, “el impotente”. Este desafortunado rey envía a una compañía de ballesteros a África con la misión de capturar a un unicornio, animal que supuestamente habita al sur de esa tierra, cuyo cuerno posee propiedades afrodisíacas capaces de solucionar su problema de impotencia. La aventura de esta compañía, que atraviesa enteramente el continente africano, en busca de un animal inexistente, la viviremos a través de la experiencia de Juan de Olid, paladín del rey, quien a su regreso de dicha expedición a España, encontrará un país que en nada se asemeja al que abandonó por designio real veinte años atrás.

Este libro es el desencadenante de mi muda de piel, de mi mayoría de edad, ya hacia los veinticinco años. Perciba aquí el que lee estas líneas cuánto tardé, pues, en alcanzar la madurez de edad (al menos eso creo yo). Es el instinto el que nos hace cruzar la línea entre la adolescencia y la madurez y no las leyes y a mí me llegó más bien tarde.

Al genial autor de tan maravilloso, educativo y divertidísimo libro, Juan Eslava Galán, le seguí los pasos hasta que hará unos tres años compré en una librería de Madrid su libro “Historia de España contada para escépticos”. Este fabuloso ensayo repasa la historia de nuestro país desde los primeros pobladores de la península ibérica hasta nuestros días en algo más de quinientas páginas repletas de sabiduría y mucho, mucho sentido del humor.

Quedé tan agradablemente impactado por la lectura de este trabajo que no pude contener la tentación de entrar en la web del escritor y enviarle un mensaje, básicamente para agradecerle que pusiera a disposición de los lectores todo ese torrente de conocimientos y su distinguida ironía. Le expresé también mi convencimiento de que si en España la historia se enseñase desde esa distancia, desprovista de toda pasión partidista y barnizada de ese sentido del humor, posiblemente, nos habríamos ahorrado muchos de los eternos problemas de convivencia que hemos sufrido los habitantes de este controvertido país a lo largo de los años.

En definitiva, quise mostrarle mi admiración, porque es absolutamente maravilloso que haya quien pueda escribir de esa manera. Y lo hice, además, sin esperar contestación de alguien al que presumía sumamente ocupado a la vista de la cantidad de libros que ha escrito.  Pero me equivoqué si pensé que Juan Eslava Galán era un escritor apartado del mundo recluido en una torre de marfil desde la que únicamente convive con su erudición.

A las pocas horas de enviar mi mensaje encontré, en mi correo electrónico, una respuesta de lo más cercana, agradeciéndome el haber escogido su libro y haberlo leído pacientemente (precisamente con paciencia no lo leí pues acabé las quinientas y tantas páginas en tres días).
La experiencia se repitió con motivo de la lectura de su penúltimo trabajo “La década que nos dejó sin aliento” (ensayo que forma parte de una serie de libros: “Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie”, “Los años del miedo” y “De la alpargata al seiscientos”).

En este libro, el genial autor dibuja el decenio que abarca el periodo comprendido entre dos importantes sucesos de nuestra historia reciente: el asesinato en Diciembre de 1.973 del presidente del gobierno Carrero Blanco hasta la victoria de Felipe González en Octubre de 1.982, cuando las urnas le proclamaron presidente del gobierno.

Los pormenorizados detalles de cómo los españoles asimilan la noticia del atentado que le cuesta la vida al presidente del gobierno franquista, los intríngulis en las esferas del poder con intención de prepararse para el post franquismo, las mezquinas conspiraciones dentro de lo que el autor denomina “el clan del Pardo”, es decir la familia del dictador, el papel del príncipe ahora rey Juan Carlos preparando su futura jefatura de estado, las últimas ejecuciones de presos para mostrar la solidez y dureza de un régimen herido de muerte, el papel de la Iglesia siempre aferrada a los círculos de poder, cómo este país abandona la tutela de tintes paternalista del dictador Francisco Franco a su muerte y emprende un camino transitorio en busca de la libertad democrática, desembocando en las primeras elecciones generales de 1.977, pasando después por la aprobación de la Constitución española en 1.978, el golpe de estado de 1.981 para acabar en la victoria de los socialistas en 1.982, se explican en este libro con una rigurosidad histórica y a la vez con un sentido del humor que no deja indiferente al lector durante las quinientas páginas del libro, convirtiendo la reciente historia de este país en un pasatiempo de lo más divertido.

Así que, después de leer la última página de este maravilloso libro, me puse a escribirle de nuevo a Juan Eslava Galán. Esta vez, como la anterior le escribí para mostrarle mi admiración por su capacidad de mezclar temas tan sensibles con un finísimo sentido del humor, sin apasionamientos y con distancia de lo que narra. Es lo que se podría denominar el estilo “Eslaviano”. Finalmente, le invité, si alguna vez pasaba por Barcelona, antes del 18 de Marzo, a ver una función de "Los Miserables" (yo sabía que vivía en Sevilla).
Nueva sorpresa. No ya tanto por encontrar una respuesta a mi mensaje sino por cómo concluía ésta, diciéndome que desde hacía cuatro años residía en Barcelona con su mujer y que aceptaba gustosamente la invitación.

¡No lo podía creer! Iba a conocer a una de las personalidades más admirables de este país.
Desde luego “Los Miserables” me ha dado muchas alegrías. Antes en Madrid, pude charlar con Mario Vargas Llosa con motivo de su asistencia a una de nuestras funciones. Ahora se iba a cumplir otro sueño, pues para mí poder conocer a Juan Eslava Galán en persona se trataba de un lujo, más de una vez soñado.

El día escogido fue el siete de Marzo. No hace falta comentar el punch extra de motivación que tenía aquel día sobre las tablas. Yo procuro tener siempre, cada día, la misma energía. Todos los públicos merecen ser tratados con deferencia, pero es obvio que determinadas visitas te dan una motivación especial. Este era el caso.

Al terminar la función el magistral autor de “En busca del unicornio” aparecía en mi camerino junto a su esposa. Encima, como si mi dicha no fuese ya suficiente, recibí, de mano de Juan Eslava, dos libros de su autoría que no tenía (dio en el clavo como si hubiese espiado mi biblioteca previamente y os aseguro que tengo unos cuantos libros de él) con dedicatoria incluida.

Charlamos durante un rato (tengo que decir que yo no cabía dentro de mí) y finalmente nos despedimos. De todo lo hablado se me grabó en la memoria algo que me contestó a una pregunta mía “¿cómo consigue tratar temas históricos, en apariencia tan serios, con tanto sentido del humor?”. De una forma muy sencilla me dijo: “hago algo que aprendí en Inglaterra y que pocas veces se pone en práctica en España, que es tratar los hechos recientes como si hubieran sucedido dos mil años atrás. Esa es la única forma de verlos sin apasionamiento, razón por la que es más fácil relativizarlos y tomarlos con ironía e incluso con sarcasmo”.

En pie quedó mi tarea de escribirle una vez hubiese terminado los libros que gentilmente me regaló, además del que yo ya estaba leyendo, su última novela “Las últimas pasiones del caballero Almafiera”.

Algo me quedó patente después de este encuentro, cosa que yo ya intuía leyendo los libros de este fabuloso autor, y es que cuanto más erudito y conocedor del mundo y de los mecanismos del alma humana es el artista, más humilde y cauteloso se suele mostrar a la hora de expresarse en público.

Para quien no conociese a este hombre, podría ser tomado por un discreto espectador que había acudido a ver una función de “Los Miserables” y que al día siguiente se levantaría para trabajar en una oficina de correos o en un despacho contable. Sin embargo, se trataba de uno de los mejores escritores de los últimos treinta años en nuestro país (es mi opinión, claro está).

El Teatro me ha dado una de las mayores satisfacciones de mi vida, que no ha sido otra que la de poder charlar con un maestro de las letras. Como para no estar agradecido, ¿no?

Si quieres conocer más a este fabuloso escritor: www.juaneslavagalan.com

Salud amigos.

Facebook Comments
Valoración post