La UNESCO ha declarado el flamenco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, recibe una catalogación que, bien recibida, empieza a ser asimilada por aquellos que viven, día a día, de este arte universal.
Ayer, sobre las cuatro de la tarde, en Nairobi (Kenia), la UNESCO, a través del comité intergubernamental del Patrimonio Inmaterial, otorga al flamenco la distinción de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, junto a la dieta mediterránea, los ‘castells’ catalanes, el "canto de la Sibila" Mallorquín y la cetrería.
Los comentarios han sido de todo tipo. Ha habido quién ha declarado que es un gran orgullo. Hay quién lo ha celebrado con juerga y resaca. Y hay quién ha afirmado que no hacía falta que llegaran los de la Unesco para decir que el flamenco es universal. Esta última parte del sector se muestra cauteloso y desconfía de los beneficios que puede dejar esta catalogación, y mamifiestan comentarios que afirman que al flamenco no lo han hecho grande los de la Unesco, este arte está ahí gracias a los artistas.
Este reconocimiento no supone dotación económica, ni políticas especiales, pero aporta un prestigio y una repercusión global que sí puede traducirse, en términos económicos, por un mayor interés mediático y en productos culturales y turísticos.
Así se define en la web de la UNESCO: El flamenco es una expresión artística resultante de la fusión de la música vocal, el arte de la danza y el acompañamiento musical, denominados respectivamente cante, baile y toque. La cuna del flamenco es la región de Andalucía, situada al sur de España, aunque también tiene raíces en otras regiones como Murcia y Extremadura. El cante flamenco lo interpretan, en solo y sentados generalmente, un hombre o una mujer. Expresa toda una gama de sentimientos y estados de ánimo –pena, alegría, tragedia, regocijo y temor– mediante palabras sinceras y expresivas, caracterizadas por su concisión y sencillez. El baile flamenco, danza del apasionamiento y la seducción, expresa también toda una serie de emociones, que van desde la tristeza hasta la alegría. Su técnica es compleja y la interpretación es diferente, según quien lo interprete: si es un hombre lo bailará con gran fuerza, recurriendo sobre todo a los pies; y si es una mujer lo ejecutará con movimientos más sensuales. El toque de la guitarra flamenca ha trascendido, desde hace mucho tiempo, su primitiva función de acompañamiento del cante. Éste se acompaña también con otros instrumentos como las castañuelas, y también con palmas y taconazos. El flamenco se interpreta con motivo de la celebración de festividades religiosas, rituales, ceremonias sacramentales y fiestas privadas. Es un signo de identidad de numerosos grupos y comunidades, sobre todo de la comunidad étnica gitana que ha desempeñado un papel esencial en su evolución. La transmisión del flamenco se efectúa en el seno de dinastías de artistas, familias, peñas de flamenco y agrupaciones sociales, que desempeñan un papel determinante en la preservación y difusión de este arte.