En ese breve espacio de tiempo en el que se hace cola para dejar el abrigo, mientras se escucha, antes aún de doblar la esquina del pasillo de La Casa de la Portera, a uno de los anfitriones – Alberto Puraenvidia o José Martret – saludar a los visitantes con esa entrañable cercanía que les caracteriza, ya se percibe que se está entrando en un lugar muy especial.
Es verdad, La Casa de la Portera, es mucho más que un espacio teatral, “La Casa”, por supuesto es eso, una sala que está de rabiosa actualidad porque ha sabido atraer dentro y fuera del escenario a todo tipo de gente inquieta y llena de talento, pero también tiene mucho de “casa de amigos”, tiene bastante de viaje en el tiempo y, aunque pueda resultar paradójico, tiene, no poco, de templo, en el mejor sentido de la palabra, por la comunión que se produce entre los acólitos y devotos del teatro, comunión que sublima esas apuestas teatrales a la categoría de verdaderas ceremonias y esque hay algo en esa “Casa” que trasciende a la propia obra que está siendo representada.
La Casa de la Portera es una experiencia teatral y, también, una intensa experiencia emocional, un lujo que todos deberíamos permitirnos de vez en cuando.
Este viernes tuve, ¡por fin!, la suerte de asistir a una de las representaciones de "Las Huérfanas", la obra escrita y dirigida por el director y guionista de cine Miguel Albaladejo ("Cachorro", "El cielo abierto", "Rencor", "Manolito Gafotas", "Carmina", etc.), e interpretada por Jorge Calvo y José Martret, con escenografía, ¿debería decir magia?, de Alberto Puraenvidia.
"Las huérfanas" es un texto evocador, que presenta a unos personajes entrañables en sus luces y en sus sombras. Un texto que, con una mirada benigna y un tono cómico, nos muestra algo tan serio y profundo como es el proceso de creación de esos lazos de inexplicable firmeza que hacen que dos personas, hasta el momento desconocidas, desarrollen una amistad de por vida; las pruebas a las que será sometido ese gran afecto y el enorme consuelo de tener un alma hermana en quien apoyarse en los momentos difíciles.
Dividida en tres actos, cada uno de ellos hace hincapié en un momento vital de los protagonistas: la niñez, la madurez y la vejez. En cada uno la forma de quererse, de apoyarse y de entenderse será diferente. Este extenso recorrido biográfico y emocional supone un verdadero desafío interpretativo para ambos actores. Sin embargo, ambos han conseguido construir desde la honestidad unos personajes muy creíbles y carismáticos. Allí donde Jorge Calvo, especialmente iluminado, da un maravilloso punto de vulnerabilidad, conformismo y ternura, José Martret aporta una divertida vis cómica que, en algunos momentos, se transforma en un verdadero alarde dramático demostrando el poderío de su registro interpretativo.
La obra es equilibrada en su arquitectura – quizá el ritmo del tercer acto se ralentiza un poco en exceso después de un vibrante y vertiginoso segundo acto -, es muy intensa en lo emocional y deliciosamente onírica en su trama.
En esta ocasión La Casa de la Portera amplía excepcionalmente su aforo pues compartiremos si no espacio al menos tiempo y dimensión con unos invitados muy especiales que prometen ser muy locuaces a pesar de su pertinaz mutismo.
Recomiendo mucho estar atentos a las propuestas de este espacio para los próximos meses ya que si la programación de febrero promete con obras como la citada hoy de Miguel Albaladejo, pero también propuestas de Alejandro Melero, Paco Bezerra, Francesco Carril, Secun de la Rosa y Lautaro Perotti ; en próximos meses podremos ver lo nuevo de Carlos Be o José Padilla entre otros muy interesantes creadores.
Representaciones: Desde el 10 de enero Jueves y viernes a las 22 horas. Sábados y domingos a las 20 horas.
Reservas: Teléfono 649397571 (de 11h a 14h y de 17h a 20h)
http://lacasadelaportera.com/las-huerfanas/
Casa de la Portera (c/Abades, 24 Bº Dcha.9)
Elenco: Jorge Calvo, José Martret
Dirección: Miguel Albaladejo
Vestuario: Paco Delgado
Escenografía: Alberto Puraenvidia
Peluquería: Pepito Juez
