Malpaso

Ignasi Vidal

No es tan fácil hacer Rock & Roll de calidad hoy en día. No es tan fácil siquiera escuchar propuestas nuevas de Rock & Roll que te lleguen a ese lugar del alma que tenemos los que adoramos este género. En el mundo del Radio Fórmula, cáncer que ha aniquilado la verdadera creatividad dejando a la música de este país a la altura de artículo de supermercado de marca blanca, es difícil que el Rock asome la nariz.

No es fácil que lo haga en la era de los OT’s y sus derivados. No es fácil porque hoy en día no es necesario hacer buenas canciones para lanzar a un artista nuevo. Con sacar a relucir las miserias de un muchacho o muchacha, de voz aceptable, en cualquier programa de ramalazo pseudo-artístico es suficiente. Después las editoriales se encargan de ofrecer a las discográficas modelos de canción que encajen con el estándar, “esas” que según los que controlan el “cotarro”, quiere escuchar la gente, el comentado Radio Fórmula, esa canción de apenas tres minutos, en el que poco importa lo que se diga y cómo se diga.

Lo importante es un estribillo que entre rápido, para que la gente no se canse, dicen, a poder ser a los veinte segundos de canción y que su autoría y editorial esté convenientemente repartida (aunque el verdadero autor suele ser uno o dos como mucho) por si el tema en cuestión o el artista dan el pelotazo…

Así es muy difícil (qué habría sido de Pink Floyd o de los Zeppelin de haber dependido de estos tipos la música en los años setenta). Por eso, salvo loables excepciones como Mclan, Fito y Fitipaldis y alguna que otra banda más, aquellos que vibramos con el el Rock&Roll, lo tenemos más bien crudo en este país para ver propuestas autóctonas. Los rockeros de hoy en día andamos anestesiados dentro de la marea de música sintética o del Pop-folclore que inundan las emisoras de radio y los canales de televisión. Tanto es así que muchos nos emocionamos por la vuelta a los estudios de Loquillo y Sabino como si eso nos pudiera devolver parte del orgullo perdido cuando nos convencieron de que llevar tupé y patillas era un anacronismo de mal gusto.

Por eso, hoy al levantarme y ver que el nuevo trabajo de Malpaso ya está a la venta en las tiendas digitales, escuchar la frescura de las canciones incluidas en él y la contundencia en la producción de las mismas, no puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero y volver a peinar mi tupé con renovado orgullo.

Este segundo trabajo, llamado de forma metafórica, “No importa lo que cueste”, es mucho más duro que su primer disco en cuanto al sonido se refiere. Carece de los Hammond y los pianos del anterior, las guitarras tienen mucho más protagonismo y peso en el sonido de la banda, que ha virado de un cierto toque “Springstiniano” a algo más cercano a bandas como Foo Fighters.

Pero como ya ocurriera en el primer disco de Malpaso, que se auto produce este segundo trabajo, la verdadera fuerza de este disco reside en tres puntos: en primer lugar, la belleza de las melodías de las canciones. En segundo lugar, los textos de las mismas que giran alrededor de la voluntad del individuo, el intento de realizar los sueños y deseos como fuerza para superar el ostracismo, hablan también de amor y de la posibilidad de algo mejor que está por venir si uno no se conforma con lo que tiene. Y por último la potente y desgarrada voz de Javier Albandoz, líder de la banda, auténtico “frontman” que con su Explorer colgada a la altura de la hebilla del cinturón es un ejemplo del artista clásico cargado de grandes influencias, de los que quedan apenas unos pocos y cuya resistencia, en la esencia del Rock&Roll, nos hace sentirnos orgullosos a los que le vemos y escuchamos. Una grandísma voz, sin duda, de las que no se paseará por los platós de televisión cantando cualquier cosa vendiendo una falsa inclinación rockera, sino de esas que se encuentran, casi exclusivamente, en los garitos que huelen a cerveza desparramada.

De su último trabajo en estudio es difícil quedarse con una canción, pues todas y cada una de las once que configuran el disco son buenísimas, pero si tuviera que resaltar alguna me quedaría con “El Cambio” por ese ramalazo americano poco o nada disimulado a lo Tom Petty que tanto me gusta, “Veneno Perfecto” que huele a “single” de los de antes y “Graceland 77”, aunque como digo el disco contiene once temazos que aquellos disfruten con el sonido violento de la válvula caliente atizada a base de guitarrazos y baterías y bajos contundentes, no deben dejar de escuchar.

Y qué mejor forma de disfrutar del magnífico trabajo de esta banda barcelonesa que verlos en directo, presentando este disco, en la legendaria sala, también barcelonesa, Sidecar, el próximo sábado 16 de Febrero. Si su sonido en estudio es tremendo es, sin duda, en directo donde mejor se siente Malpaso y donde el amante de la buena música descubre la eléctrica fuerza de esta banda.

Ya lo sabéis, el Rock resiste a las hordas de los Dj’s y su música sintética enlatada o a la próxima pesadilla eurovisiva que amenaza con sonar hasta en los funerales. A los que os guste todo eso, debéis disfrutarlo. A los que no y queráis saborear el agridulce sabor que producen las guitarras y las baterías a todo gas que no os engañen, el Rock&Roll no lo encontraréis en la tele y difícilmente lo escucharéis en la radio porque éste se encuentra y se siente bien en las intrincadas callejuelas de nuestras ciudades, en los garitos garajeros que huelen a madera vieja y cerveza. Entrad en uno de ellos, el viejo Sidecar por ejemplo. Dentro encontraréis el genuino y auténtico toque de una gran banda, Malpaso, entonces, peinad con orgullo vuestros tupés, desabrochad vuestra chupa de cuero y dejad que Rock cautive vuestros sentidos.

Salud amigos.

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