Mano Solo, Caballero de la dignidad

Ignasi Vidal

10 de Enero. Se cumplen dos años de la triste muerte de Mano Solo. A la mayoría de vosotros es posible que este nombre no os diga nada, pero si cruzáis los Pirineos y os adentráis en tierras francesas, os sorprendería ver hasta qué punto este particular artista, compositor, cantante, músico (como veis hago una diferencia entre el concepto cantante y el concepto músico) pintor y poeta, ha marcado la vida cultural “underground” de aquel país.

Yo tuve la fortuna de conocer la obra de Mano Solo por un hecho casual. Me encontraba en Bulgaria, en el año 2004, concretamente en Sofía, en un coche, volviendo al hotel después de un agotador día de rodaje. Llevaba ya unos cuatro meses en tierras búlgaras rodando una serie producida por varias productoras de España, Francia, Bulgaria y Grecia, llamada “Le dernier Seigneur des Balkans”. Sentado a mi lado iba mi compañero de rodaje y protagonista de la serie, Arnaud Binard, actor francés, meticuloso en su trabajo, sensible, culto y de refinadísimo gusto artístico y gastronómico (como no podía ser de otra forma en un francés de mundo) con el que trabé una bella amistad, que pasados los años continúa a pesar de la distancia. Como decía, iba sentado a mi lado escuchando música mientras yo dormitaba. De repente, me despertó para decirme “Ignasi, ¿en España conocéis a Mano Solo?”. Yo le dije que no sabía si el resto de mis paisanos lo conocían pero que en cualquier caso, yo seguro que no. Y entonces, sacó un cd de su disquetera y lo puso en la del coche, mientras me decía “tú tienes la obligación de conocer a este tipo. Te va a fascinar.

Debo decir que pocos cantantes me han causado un efecto tan inmediato y a la vez tan fascinador. No tardé en preguntarle a Arnaud “¿cómo has dicho que se llama este tipo?” mientras escuchaba los primeros acordes de guitarra sobre los que flotaba una voz rota y profunda, acompañada por un bajo, una batería, un acordeón y un clarinete, lo que en su conjunto parecía un desconocido, para mí, estilo rock con un inconfundible aire de canción francesa del pasado. La canción era “La Barre est dure”, perteneciente a su primer disco en solitario, del año 1993, “La marmeille nue”.

A los pocos días me había hecho con un considerable número de sus discos y me pasaba las tardes escuchando y traduciendo del francés esas maravillosas canciones que tocaban todos los estilos étnicos. Desde la música tradicional centro-europea, propia de los Balcanes, lugar donde precisamente estábamos rodando nuestra serie, al flamenco, a los ritmos africanos o la tradición musical francófona, de hecho tiene algo en su intención que puede recordar a cantantes como Charles Aznavour, Jacques Brel o Adamo y todo ello con un sello personalísimo que le daba unidad a todo el conjunto de su obra. Pero si su música era sorprendentemente bella no lo eran menos los textos que escribía en cada una de esas canciones. Todos los textos de Mano Solo son una combinación perfecta de belleza estética y crítica profunda contra todo aquello que considera dañino, injusto, obsceno, mediocre y perjudicial para el mundo en el que habitaba.

Su temática se deslizaba siempre sobre el universo Parisino donde habitan los más desfavorecidos, los más necesitados, a veces de recursos, a veces de amor y casi siempre de ambas cosas. Su compromiso con aquellos a los que la sociedad excluye y desprecia por su condición social, por su raza o por la enfermedad, en concreto aquellos que sufren en su interior el silencioso deterioro provocado por el SIDA, enfermedad que conocía perfectamente, pues él mismo la padecía, cosa que nunca escondió, ( solía ser un tema recurrente en sus canciones) y que acabó con su vida, queda patente en su particular prosa, rabiosa, desafiante y auténtica, o en su poesía deliciosa y cargada de humanidad como pocos compositores son capaces de escribir.

Así pues, yo destacaría de su discografía discos como “La marmaille nue”, "Les années sombres”, el precioso “Je sais pas trop” o “Dehors”. En todos estos álbumes, se puede apreciar esa facilidad de verbo dentro de una música dura y delicada al mismo tiempo, tierna y desgarradora a la vez, atemporal, única, con esa particular voz rota, tan emotiva que en cada sílaba parece que esté gritando al mundo su epitafio o aquella confesión que sólo hacen los que saben que pueden decir la verdad sin tapujos porque su tiempo está a punto de acabar.

Cabe destacar que Mano Solo fue un extraño Miguel Ángel de los desheredados, pues era, además de músico, un apreciado pintor, que exponía habitualmente. De hecho era autor de las pinturas que podemos encontrar en las carpetas de sus álbumes. También publicó algunos libros de poesía y tuvo un destacado activismo político. En los últimos años de su vida se posicionó claramente contra las descargas ilegales en internet, lo que le llevó a cancelar su contrato con la compañía de discos Warner para crear su propio sello discográfico y controlar así su obra.

En fin. He querido recordar en este espacio a este inmenso artista, justo a los dos años de su desaparición, porque a pesar de vivir en la era de la globalización, aún hay cosas que quedan desconocidas fuera de su estricto ámbito local y creo que es una pena que estando tan cerca de Francia, perdamos la oportunidad de conocer tesoros tan auténticos, bellos, verdaderos y puros como la música, el arte y el alma de Mano Sólo.

El 12 de noviembre de 2009, después de dar un espléndido concierto en el Teatro Olimpia de París, Mano Solo ingresó en un hospital de la misma ciudad. La batalla de casi veinte años que mantenía contra el SIDA estaba a punto de terminar, como no podía ser de otra manera, con una derrota.

Luchó valientemente durante dos meses y hasta el final contra varios aneurismas” indicó un familiar suyo. Incluso en su muerte brilla ese carácter combativo, presente en todos sus textos, donde, de una forma o de otra, hablaba de la enfermedad que sabía, se lo iba a llevar por delante, contribuyendo así a concienciar a la sociedad del peligro que tiene en sí esta lacra y señalando el injusto rechazo que provoca. Pero él, aun así, no estaba dispuesto a rendirse y cuando uno escucha su obra, con esa voz desgarradora y ese verbo firme, ve claramente que su muerte es a la vez su victoria, porque hay algo que el SIDA no pudo quitarle, a pesar de mantenerlo tumbado, pálido, consumido y entubado en una cama durante ocho semanas, un tesoro único e imprescindible que un artista no puede ni debe perder jamás, por empinada que sea la cuesta, por dura que sea la caída o por inmenso que sea el dolor y es la dignidad.

Descansa en paz, Mano solo.

Salud, Amigos.


Más información: Web oficial Mano Solo

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