Más que miedo a crecer: Crítica de «¿A quién te llevarías a una isla desierta?»

CRÍTICA: Los viernes de noviembre, en Nave 73

Todo el reparto de la obra junto al director
Una atractiva tragicomedia urbana sobre cuatro jóvenes que están a punto de dejar atrás la que, según creen ellos, ha sido la mejor etapa de sus vidas.

El pasado 7 de noviembre comenzó en Nave 73 la segunda temporada de “¿A quién te llevarías a una isla desierta?”. El texto, escrito por Paco Anaya y Jota Linares tuvo su estreno en el hoy cerrado Garaje Lumière (sala a la que, por cierto, se homenajea en un diálogo). No llegué a tiempo a verla entonces, por lo que el estreno del pasado viernes era mi primera toma de contacto con el montaje. Lo que hallé fue una atractiva tragicomedia urbana sobre cuatro jóvenes que están a punto de dejar atrás la que, según creen ellos, ha sido la mejor etapa de sus vidas. Reflexión interesante en primera instancia sobre el crecimiento y los ritos de paso, se desvela después como una historia sobre la felicidad, los sueños y lo fácil que es idealizar el pasado.

Marcos, Celeste y Eze comparten piso desde hace bastantes años. Es una casa destartalada a la que tienen cariño porque es donde han crecido ellos y donde ha crecido su amistad. Y ahora, se marchan. Marcos se va a vivir con Marta, su novia, que orbita la pandilla sin terminar de formar parte de ella. Celeste quiere vivir rodeada de gatos y Eze… está pensando qué hacer. El último día en la casa tiene que ser un día de diversión y recuerdos felices, pero un juego en apariencia inocente acaba precipitando una crisis que lo cambiará todo. Es en este giro, que desvela tres infiernos personales bajo la apariencia de convivencia idílica de los tres amigos, donde la obra tiene su mayor madurez. En eso, y en los guiños autoirónicos que la salpican, especialmente cuando habla el personaje de Eze.

Tanto la puesta en escena, que dispone los elementos habituales para recrear la casa que dejan, como los diálogos de “¿A quién te llevarías a una isla desierta?” están marcados por la más pura cotidianidad. Todos los personajes resultan familiares y despiertan, de un modo u otro, la simpatía y la identificación del espectador. Por eso, el esfuerzo de naturalidad que tienen que hacer los actores es grande. La naturalidad no es precisamente un problema para Maggie Civantos, que divierte y empatiza mucho como Celeste. Juan Blanco y Abel Zamora son novedad en el regreso del montaje. El segundo hace un gran trabajo con la pesadumbre de Eze y el primero perfila bien al pragmático Marcos. María Hervás, que compartirá papel con Beatriz Arjona, muestra con su Marta que su facilidad es innata.

En definitiva, “¿A quién te llevarías a una isla desierta?” puede ser el ingrediente central perfecto para un hipotético plan de viernes con amigos con los que compartas algo más, aunque sea un poco, que anécdotas de borrachera.

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