Entran en la cocina Ander (26) y Blanca (51), madre de Ander, con platos sucios y vasos. En silencio dejan los platos en el fregadero y tiran los restos de comida a la basura. De fondo se oye un televisor de donde provienen villancicos.
Blanca: Lo siento.
Ander: No pasa nada, mamá.
Blanca: Yo…
Ander: No pasa nada, en serio, olvídalo.
Pausa. Blanca se pone a fregar los platos. Ander busca algo en uno de los armarios.
Blanca: Está así desde que te fuiste a Madrid.
Ander: (Mientras sigue buscando en el armario) ¿No quedan aspirinas?
Blanca: No, ¿te duele la cabeza?
Ander: Sí.
Blanca: Hay paracetamol si quieres.
Ander: Bueno.
Blanca: Espera, no enredes más el armario, déjame a mí.
Blanca se seca las manos y saca una cajita. Ander se sienta en un taburete.
Blanca: Toma (le da una pastilla a Ander)
Ander: Gracias.
Blanca le da un vaso de agua a Ander.
Blanca: ¿Quieres más agua?
Ander: Sí, por favor, mamá, gracias.
Pausa. Blanca le da otro vaso de agua a Ander.
Blanca: No te enfades con él.
Ander: ¿Con aita?
Blanca: No te enfades…
Ander: No me enfado… en fin, no me durará. Mañana se me habrá pasado. Otra cosa es que se le pase a él. Eso es más difícil.
Blanca: Para él ha sido duro. Sobre todo por los amigos, los vecinos…
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Ander: ¿Duro?, ¿qué quieres decir? ¿que milite en un partido político es duro?, ¿eso es lo que es duro?
Blanca: Lo que es duro para él es que te hayas metido en un partido… en uno que no sea de aquí.
Ander: ¿Cómo que no es de aquí? Es tan de aquí como al que él vota.
Blanca: No sé.
Ander: ¿Cómo que no sabes, mamá?
Blanca: Pues eso.
Pausa
Ander: ¿Tú qué opinas?
Blanca: ¿Yo?
Ander: Sí, tú.
Blanca: Yo no sé de estas cosas.
Ander: ¿Cómo qué no? Tú vives aquí como él, ¿no?
Blanca: A mí la política… no la entiendo, no me gusta.
Ander: Pero tendrás alguna opinión. ¿Te parece bien que aquí sólo se pueda hablar si eres nacionalista?
Blanca: No sé, aquí todo el mundo habla.
Ander:¿Ah, sí?
Blanca: Yo, de política sólo sé lo que me dice tu padre.
Ander: Entonces también crees que soy un traidor.
Blanca: Ander… Yo creo que cuanto menos se preocupa uno por la política más feliz vive.
Ander: ¿Ah sí?
Blanca: Yo creo que sí. Tu padre, míralo cómo se pone…
Ander: Mamá, ¿realmente crees que quiero ser un infeliz?
Blanca: No.
Ander: Si di el paso fue justamente para hacer algo, para cambiar esto, para acabar con la tiranía que supone este estado de cosas… para cambiar este lugar donde no existe la libertad. Justamente para intentar ser más feliz. Y que lo sean también todos los que me rodean.
Blanca: Hombre, aquí no nos va mal. Libertad tenemos.
Ander: Claro, libertad tienes si estás con los nacionalistas o con los…
Blanca: Yo no entiendo de eso hijo. Yo lo único que quiero es que no te pase nada malo.
Ander: ¿Por qué me tiene que pasar nada malo? ¿No dices que aquí hay libertad?
Blanca: Bueno, eso es lo que dice tu aita.
Ander: No, mi aita lo que dice es que aquí no hay libertad, que aquí vivimos, vivís, oprimidos por el Estado. Eso es lo que dice. Como si llevásemos cadenas pesadas y no tuviésemos posibilidad de escoger qué hacer, qué decir, que pensar…
Blanca: Yo me hago un lío.
Pausa
Ander: Me voy a acostar a Lena, es muy tarde para ella.
Blanca: Está ahí con aita, déjalos que disfruten.
Pausa
Ander: (Con la mirada perdida y reflexiva a la vez) Esto es increíble.
Blanca:¿De verdad que os vais a ir mañana?
Pausa
Ander: Ha sido muy desagradable, mamá. Irene, no está preparada para este tipo de escenas y la niña menos. Irene… Irene es de Madrid. Ella no entiende por qué tiene que escuchar lo que mi aita piensa de la gente de Madrid y de España en general. Irene, ¿qué culpa tiene?
Blanca: Estaba nervioso. Ya te digo que desde que te metiste en la política está así.
Ander: No, no está así porque me haya metido en política. Está así porque para él me equivoqué de bando. Ya lo has oído en la cena, para él soy un traidor. Feliz Navidad.
Blanca: Es por culpa de sus amigos. En el banco no paran de recordárselo…
Ander: Que les den a sus amigos.
Blanca: Es duro para él.
Ander: Me voy a la cama.
Blanca: No te vayas así. Habla con él. Acuesta a la niña. Yo me quedo con Irene y hablas con él. Es nochebuena… No os vayáis mañana. No os vayáis así.
Pausa. Ander se toma otro vaso de agua.
Ander: Los Recalde no han venido a tomar la copa. Es la primera vez desde que tengo uso de razón que no vienen.
Blanca: Itziar está resfriada… no se encontraba bien…
Ander: Mamá, no se puede vivir así. No han venido por mí. Es como si estuviera infectado por algún tipo de fiebre tropical contagiosa. ¿Crees que no me di cuenta ayer cuando bajé al café?¿crees que no me doy cuenta de cómo huyen de mí los que antes eran mis amigos?¿Cómo podéis vivir tan ajenos a lo que ocurre delate de vuestras narices? ¿Hasta cuándo, mamá… hasta cuándo miraréis a otra parte?
Blanca: Lo único que quiero es que estés bien. Tú, la niña, Irene…
Ander: Lo peor no son los muertos mamá…
Blanca: Hijo…
Ander: Lo peor es el miedo. (Pausa) mira lo que han hecho con nosotros, con nuestros vecinos, amigos… con todos, Dios, mira lo que han conseguido… Por eso no han venido los Recalde, por miedo…
Blanca: Yo no… no puedo cambiar las cosas.
Ander: No te lo pido. (Sonríe y acaricia la mejilla de Blanca) Para eso estoy yo. No te preocupes. Olvida lo que te he dicho.
Blanca: Ten cuidado.
Ander: Lo tengo. Mamá, no me va a pasar nada, ¿y sabes por qué? porque no tengo miedo. No les tengo miedo. Ellos saben quién soy, dónde vivo… seguro; pero yo también sé quiénes son. Esto es… estoy muy ilusionado con mi nueva vida, mamá y me encanta Madrid.
Blanca: Perdona a tu aita.
Ander: Ya está hecho. Perdonado. Pero él… A ver si… espero que… con el tiempo entienda que no estoy en contra de él, ni de sus raíces que son las mías, ni de su tierra que es la mía…
Blanca: Ya pero de alguna forma, hijo, estás con los que quieren quitarnos nuestra identidad…
Ander: ¿De verdad crees que hay alguien interesado en Madrid, o en cualquier otra parte, en quitarte… en quitaros vuestra identidad? Las identidades no se quitan ni se ponen, mamá, se tienen, punto. Tú eres como eres. Conoces a los que viven fuera de aquí, naciste en Extremadura. Cuando viajas al pueblo, ¿crees que alguno de los de allá, tus hermanos, tus primos, el abuelo… crees que alguno quiere quitarte tu identidad?
Blanca: No sé, hijo. Tu padre está todo el día así… yo no sé. Yo no quiero problemas. Tu padre me dice que las cosas son así y yo… qué quieres que diga…
Ander: Mi aita no ha salido nunca de este pueblo, ¿entiendes? ¿qué sabe él de lo que piensan fuera? (Pausa) Ha vivido siempre escuchando leyendas. Cuándo os daréis cuenta de que acumular odio destruye nuestra condición humana… ¿cuándo?
Blanca: El franquismo, hijo…
Ander: Mamá, hace dieciocho años que murió franco y quince que vivimos en una democracia, plena… pero aquí algunos se han empeñado en que sigamos viviendo bajo una dictadura. De otro signo, seguro, pero igual de repugnante ¿Crees que en Madrid están como aquí? Fuera de aquí todo el mundo puede decir lo que piensa. Claro que a veces la gente se enfada por sus ideas, claro que podría ser mejor, como en cualquier otro lugar civilizado, pero al menos hace tiempo que nadie tiene miedo de decir lo que piensa porque le vayan a apartar, a dejar de lado o a…
Blanca: Calla. Calla por favor.
Pausa
Ander: Yo también crecí con esas ideas con las que creció mi aita… también me creí, llegué a estar convencido de que había un lugar llamado España que quería aniquilar nuestras costumbres, nuestra cultura, nuestra lengua… pero me disteis el mejor regalo que se le puede hacer a un hijo. Estudiar fuera, ver mundo, conocer a gente de otras partes. Abrí los ojos, mamá. El nacionalismo anestesió nuestros cerebros, nos dio un discurso fácil de recordar y unas ideas de las que es muy fácil sentirse orgulloso y seguro porque básicamente consisten en culpar a los demás de nuestras miserias y nunca cuestionar ninguno de nuestros dogmas. Todo es una gran estafa, mamá, todo. ¿Crees que yo querría aniquilar mis propias raíces? Amo esta tierra como cualquiera de los que aquí viven.
Pausa
Blanca: Hijo, yo… no, yo no entiendo todas esas palabras. Suenan… Tu aita tiene razón, hablas como un político, de los de verdad, de los que salen en la tele… (bajando el tono de voz) pero me gusta.
Ambos ríen. Cuando dejan de hacerlo se miran en silencio unos segundos.
Ander: Mamá, no te preocupes. Olvida lo que te he dicho. Esta no es tu… este no es tu asunto.
Se oye la risa de una niña.
Blanca: Tu aita es un hombre bueno.
Ander: Lo sé, mamá.
Blanca: Adora a Lena.
Ander: Lo sé, mamá.
Blanca: Y a Irene.
Ander: Seguro.
Blanca: Pero tiene ese carácter.
Ander: Sí y eso va a peor con los años.
Blanca: Cuando se pone así me da miedo que vaya a darle algo.
Ander: Verás, él es de una época en la que… es natural, nunca os enseñaron, cuando erais unos chavales, nunca os enseñaron que discutir sobre política es algo maravilloso. Que la política, la buena, la de verdad, es la solución a los problemas. Vosotros, él aún piensa que una idea anula a otra. Yo creo que una idea, buena, si se suma a otra buena, venga de donde venga, nos hace mejores. No os lo enseñaron. No es culpa vuestra.
Blanca: Tú acabarás de Lendakari si sigues hablando así.
Ander ríe sonoramente.
Ander: No lo creo. Estoy feliz en Madrid. Me gusta Madrid y desde allí creo que soy más útil para arreglar los problemas de aquí.
Blanca: Eso sí que es raro.
Ander: Puede parecerlo, pero no… eso es lo que creo.
Pausa
Blanca: No te entiendo muy bien pero estoy orgullosa de ti.
Ander: Y yo de ti.
Blanca mira la hora de su reloj de muñeca.
Blanca: Uy, es tardísimo.
Ander: Sí, tengo que acostar a Lena. Irene debe de estar muerta de sueño.
Blanca: Irene es maravillosa.
Ander: Maravillosa.
Blanca: No os iréis mañana, ¿no?
Ander: No. Cuando os acostéis todos hablaré con mi aita. Nos quedaremos hasta año nuevo como teníamos previsto.
Blanca: Gracias, hijo. Nos vemos tan poco…
Ander: Ahora mismo hablo con aita y todos tan felices.
Ander besa a Blanca.
Ander: Buenas noches mamá.
Blanca: Buenas noches, hijo,
Ander: Feliz Navidad, mamá.
Blanca: Feliz Navidad, hijo.
Se abrazan. Ander sale de la cocina.
Oscuro.
Luz. La misma cocina. Blanca está cocinando.
Ander: ¡Mamá! (en off)
Entra: Ander.
Ander: Ah, estás aquí. Me he dejado los bocadillos.
Blanca: Un día te dejarás la cabeza.
Ander: Menos mal que Irene se ha dado cuenta antes de salir.
Blanca: No, si esa muchacha vale lo suyo…
Ander: Sí…
Blanca: Ahí los tienes, dentro de esa bolsa naranja.
Ander: (Cogiéndolos) Perfecto. ¿Y mi aita, bajó?
Blanca: Sí, después de despedirse de vosotros. Se fue al café.
Ander: Bueno, mamá, cualquier cosa…
Blanca: Espera, hijo.
Ander: ¿Qué?
Blanca: Gracias.
Ander ¿Por?
Blanca: Por haberte quedado, por no haber sacado el tema de la política…
Ander: No tienes por qué darme las gracias.
Blanca: Llamó Tono, ahora mismo, justo cuando te fuiste.
Ander: ¿Ahora?
Blanca: Preguntó por ti.
Ander: Será mamón. Le he llamado estos días y nunca estaba en casa.
Blanca: Se debe haber arrepentido…
Ander: Un poco tarde, ¿no?
Blanca: Más vale tarde que nunca. Ya sabes que él estaba muy enfadado también con lo tuyo.
Ander: Sí, mamá pero era mi amigo del alma, fue mi padrino de bodas, qué menos que…
Blanca: Ya hijo, ya. Qué quieres qué te diga. Llámale, si tienes un minuto.
Ander: Irene y la niña me esperan en el coche. Ya le llamaré cuando lleguemos a Madrid, sino se me va a hacer tarde y no quiero conducir de noche.
Blanca: Podríais haberos quedado hasta Reyes.
Ander: Este año les toca a los padres de Irene. El año que viene.
Blanca: El año que viene, sí.
Ander: Qué hostias, el año que viene os venís a Madrid y pasamos todas las navidades juntos.
Blanca: Ojalá. A ver cómo está tu aita de la espalda el año que viene.
Ander: Que vaya al médico, que no sea cabezota.
Blanca: ¿Es que no lo conoces? No hace caso a nadie. Se cree que tiene veinte años y después se da cuenta de que no… Es un cabezota de primera. En eso has salido pastado a él.
Ander: (Ríe) Sí, creo que sí.
Blanca: Hijo.
Ander: ¿Qué?
Blanca: Yo… no creo que, ahora que no está tu padre te lo digo… (En voz baja) no creo que estés equivocado. A mí la política… yo no la entiendo muy bien, pero a mí tu jefe ese me parece que dice las cosas muy bien dichas.
Ander: Vaya…
Blanca: Si me escucha tu aita la tenemos…
Ander: Ya hablaremos de eso.
Blanca: Yo os votaré la próxima vez.
Ander: Bien hecho mamá.
Blanca: Eso sí, le diré a tu Aita que yo voto a los de siempre y después pondré la hojita de los tuyos.
Ander: Mamá, haz lo que quieras, de verdad que no tienes que votar a…
Blanca: Pero qué demonios, si es que a mí el Felipe ese me cae muy bien.
Ander: Tú lo que pasa es que lo ves guapete.
Blanca: Guapete también. Tu padre le tiene celos. Dice que le miro mucho cuando sale en las noticias…
Ander: Sólo le faltaba esto…
Blanca: A mí me gusta. ¿Tú le conoces hijo?
Ander: Qué va, mamá. Él está en el Congreso y en la Moncloa. Es el Presidente. Este año, en la campaña para las autonómicas, le conoceré seguro, en algún lado coincidiremos.
Blanca: ¿Hay elecciones este año?
Ander: Autonómicas, en Octubre.
Blanca: Uy, todavía falta mucho.
Ander: Bueno, que sepas que vendré seguro para la campaña y si coincido con él le digo que tiene una admiradora.
Blanca: ¡A ver qué se va a creer!
Ander: No te preocupes, creo que está felizmente casado…
Blanca: ¡Oye, y yo! A ver qué te crees, que tu padre es un cabezota pero es muy bueno… y guapo.
Ríen
Ander: ¿De qué son los bocadillos?
Blanca: De lo que me dijo tu mujer. Lleváis dos de tortilla de patata, uno de tortilla francesa, otro de jamón del pueblo y otro de nocilla para la niña. Hambre no pasaréis.
Suena un claxon desde la calle. Ander abraza a su madre.
Ander: Uy, esa es Irene desde el coche. Se nos hace tarde. Bueno, mamá, me voy ya. Te quiero mucho.
Blanca: Y yo, hijo. Cuidaos mucho y vigila con la carretera.
Ander: No te preocupes, además hoy conduce Irene. Es una estupenda conductora.
De repente se oye una fuerte explosión, tan fuerte que parece que haya sido en la misma casa.
Ander: ¿Mamá?
Blanca: Hijo, ¿qué ha sido eso?
Ambos parecen aturdidos.
Blanca: Hijo…
Ander: ¿Dónde? (Ander cae en la cuenta y sale corriendo. En off) ¡Irene, Irene, Lena!
Blanca: Ay, Dios mío. No… Ander… ¿qué?…
Blanca se queda sola en mitad de la cocina llorando.
Oscuro
Final