¿Por qué lo llaman “Deseo” cuando quieren decir “Miedo”?

CRÍTICA: Desde 18 de enero en el Teatro Cofidis Alcázar

Estuvimos viendo el último trabajo de Miguel del Arco, en el Teatro Cofidis Álcázar.

Escrita por Miguel del Arco en 2003 “Deseo” sólo ha podido llegar a los escenarios una década más tarde.

Ni que decir tiene que el nuevo proyecto del premiado Miguel del Arco venía precedido de mucha expectación sobre el trato que daría el autor a este tema tan antiguo como subjetivo que esa fuerza vital llamada “Deseo”. Con un reparto de probada solvencia, con Emma Suarez, Luis Merlo, Gonzalo de Castro y Belén López; Miguel del Arco nos presenta a unos personajes cuyo universo emocional, por unas u otras razones, se encuentra profundamente desestabilizado.

Cuatro personalidades, cuatro momentos existenciales, cuatro vidas insatisfechas. Pero, ¿Acaso no es ese el modus operandi del deseo? ¿No es su primera estrategia clavarnos el aguijón de la insatisfacción?

A través de unos diálogos muy fluidos, no exentos de buenas dosis de humor, vamos conociendo a los cuatro personajes. El armazón cómico, sin embargo, no nos puede despistar, bajo esa pequeña capa de desenfado se esconden profundas simas de inseguridad y decepción.

Y ahí surge la duda. Independientemente de cuál tomemos de las tres acepciones que recoge la RAE para término “deseo”, me pregunto en qué medida la pulsión que mueve a estos personajes es realmente el deseo o si, por el contrario, es el miedo. Miedo a no ser ya capaz de despertar atracción, en el caso de Manu; miedo a que nuestra relación de pareja no esté tan sólidamente asentada como pensamos, en el caso de Ana; miedo a no ser jamás querida, en el caso de Paula y miedo a quedarse sólo en el caso de Teo.

Vivimos en una sociedad en la que se nos impone la obligatoriedad de triunfar. Triunfar en lo profesional, en lo económico, en lo social y, por supuesto, en lo sentimental. En todos estos campos esta exigencia provoca estrés y competitividad. Por ejemplo, a nivel sentimental esto hace que siempre tengamos que estar escaneándonos para comprobar si las opciones que hemos tomado son las más exitosas: Si tenemos pareja nos atormenta pensar que tal vez podríamos haber encontrado algo mejor; si no la tenemos, aunque estemos felices con nuestra soltería, no deja de preocuparnos que ésta sea interpretada por los demás como un fracaso. La neurosis llega al punto de que es fácil envidiar la vida de los demás, el emparejado envidia las oportunidades de aventura del soltero, el soltero la estabilidad del emparejado. Es decir, tememos siempre haber fallado en nuestras elecciones sean estas las que hayan sido.

Ana considera que su relación tiene una calidad más que aceptable pero basta una insinuación de Paula para que salten todas las alarmas. Es esta inseguridad, este miedo -no el deseo- lo que le hará embarcase en el peligroso juego de poner a prueba su relación. Paula, por su parte, presume de su promiscuidad sexual con una insistencia tal que evidencia la necesidad que tiene de reafirmarse en su elección. Denosta las relaciones estables, como la de Ana, igual que la zorra, dicho sin intención peyorativa, desprecia las uvas ¿No es esto también miedo a que su estilo de vida no sea la opción triunfadora? Lo que ha movido a Manu y Teo ha podido ser deseo erótico pero, también, miedo a la monotonía, a no ser capaces de seducir, miedo a envejecer, necesidad por tanto de reafirmarse, más que atracción sexual o deseo de conquistar.

En fin, supongo que estas dos pulsiones, miedo y deseo, tienen unas relaciones mucho más intrincadas de lo que podría parecer en un primer momento.

Una vez puestos sobre la mesa los antecedentes de cada uno de los personajes la trama comienza a desarrollarse apoyada en unas interpretaciones muy convincentes, mención especial a Gonzalo de Castro y a Luis Merlo. La atención del espectador permanece ocupada con los ágiles diálogos aunque algunas situaciones no resultan especialmente originales y, en algún caso como, por ejemplo, las argucias de Paula se rozan peligrosamente los planteamientos de la comedia de enredo. Para compensar el desliz tenemos escenas de gran interés, como, por ejemplo, la primera cena en la casa de campo en la que, como si de un eco de Pinter se tratase, los personajes, tras una supuesta capa de cordialidad y afecto, experimentan verdaderos cataclismos interiores.

Los tintes cómicos de los primeros minutos de la obra van dando paso a tonalidades cada vez más sombrías que concluirán con trazos violentamente oscuros.

La escenografía es correcta aunque a veces se ha abusado de las opciones que da el mecanismo giratorio que permite presentar cada uno de los espacios. No faltan escenas de gran belleza, como esa en que Teo y Paula tienen un encuentro sexual mientras que en el otro dormitorio Ana, abatida, sentada en su cama, proyecta una imagen que, ayudada por una más que adecuada iluminación, evoca la poética desolación de algunos lienzos de Edward Hopper.

Creo que sería un ejercicio inútil comparar este trabajo con otros anteriores de Miguel del Arco. Cada obra tiene su momento, su teatro, su público y su mensaje.

En cualquier caso un producto teatral de muy buena calidad, que ha reunido a mucho talento de nuestra escena y que merece nuestra atención.

“Deseo”:
– Dirección y Dramaturgia: Miguel del Arco
– Ayudante de dirección: Aitor Tejada
– Reparto: Emma Suarez (Ana), Luis Merlo (Teo), Gonzalo de Castro (Manu) y Belén López (Paula)
– Producción: Nicolás Belmonte, Carlos J. Larrañaga
– Escenografía: Eduardo Moreno
– Iluminación: Juanjo Llorens
– Vestuario: Ana López
– Sonido: Sandra Vicente
– Música: Arnau Vila

Puedes ver "Deseo" en el Teatro Cofidis Alcázar desde el 18 de enero al 28 de febrero de 2013.

Horarios: Viernes y sábados a las 19:00 y 21.30 horas, domingo a las 19:00 horas miércoles y jueves a las 20.30 horas.

Precios: De 16 a 30 euros (*Precios sujetos a variaciones del IVA).

Comprar entradas para "Deseo".








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