Como todo aquel que aspire a ser un buen escritor, ante todo soy un observador. Cuando conozco a gente anoto sus formas de ser, sus movimientos y sus singularidades. Cuando viajo o me muevo por la ciudad guardo lugares y experiencias. Si voy a ver una película o una obra de teatro, salgo con frases, situaciones o recursos que sé que algún día utilizaré en una novela. De toda experiencia, de todo encuentro casual o no, puedo extraer algo nuevo.
Dicen que los personajes de un libro tienen mucho de sus escritores, no se engañen, poseen más de los amigos y conocidos que les rodean que de ellos mismos.
Quizá ha llegado la hora de compartir aquí una parte de todo eso que voy almacenando dentro de mi cabeza.