Resumen
La secuela de Tres sombreros de copa ya está aquí: Los sombreros olvidados. Fernando de las Heras homenajea a Miguel Mihura en esta obra original que viene a ser una secuela de la gran comedia Tres sombreros de copa. Luis Flor dirige a Javier Arriero (Dionisio) y a Roger Álvarez (Don Rosario). Con las colaboraciones especiales de Loles León, Marta Fernández Muro y Millán Salcedo, se estrena de forma absoluta el viernes 25 de noviembre a las 18:15 horas en el Teatro Lara de Madrid.
Horarios y sesiones para ver este espectáculo
¿Qué fue de la vida de Dionisio y Don Rosario veinte años después de que el gran Miguel Mihura los retratara en Tres sombreros de copa? ¿Habrán conseguido cumplir sus sueños?
La obra de teatro: secuela de Tres sombreros de copa
Dionisio ya no es aquel chico inocente que retrató Miguel Mihura en Tres sombreros de copa, aquel muchacho ingenuo que tras una noche loca en la habitación de un hotel, se casó con Margarita, su novia de toda la vida. Ahora, dos décadas después y después de la guerra, es un hombre viudo en busca de esa felicidad que una noche conoció junto a Paula y esos tres sombreros de copa…
Aunque ya sabemos que no se puede vivir de ilusiones, sin ilusión tampoco se puede vivir. La ilusión y los objetivos; la pérdida y el encuentro; el recuerdo y el olvido; la compañía y la soledad… son los elementos principales de esta historia, tratados, por amor a Mihura, con mucho humor y un poco de nostalgia.
Orfebrería teatral
El equipo artístico y técnico de Los sombreros olvidados ha construido una obra de verdadera artesanía teatral. Partiendo del texto original de Fernando de las Heras, llevan trabajando meticulosamente desde abril de 2022 para poder engrasar esta pieza escénica de orfebrería. Todo está pensado y cuidado al milímetro para trasladar al público a ese momento de 1952 en el que descubrimos qué ha pasado en la vida de Dionisio y Don Rosario.
La dirección de esta secuela de Tres sombreros de copa
La dirección corre a cargo de Luis Flor que ha guiado a los dos intérpretes por el camino del teatro de Mihura, esencia de la que bebe este espectáculo, pero al ser una obra original también ha adquirido su propia personalidad escénica.
Javier Arriero, actor con formación en el TeatroLab de Gabriel Olivares, será este nuevo Dionisio que quiere retomar su vida donde la dejó esa noche hace 20 años en la que conoció a Paula y sintió que era verdaderamente libre. Y Roger Álvarez, un actor de larga trayectoria, será el perfecto trasunto de Don Rosario; de hecho, el propio Roger Álvarez ya dio vida a este personaje en la versión de Tres sombreros de copa que hizo el CDN en 2019 y que contó con la dirección de Natalia Menéndez.
Los sombreros olvidados cuenta con la colaboración especial de Loles León, Marta Fernández Muro, Millán Salcedo, David Hernández Navarro y Sixto Cid que darán vida a otros personajes de la historia gracias al trabajo que han hecho con sus voces.
La música es también un elemento muy importante en la vida de nuestros dos protagonistas, tanto la que oyen por la radio y les evocan historias pasadas como la que ambos personajes producen tocando instrumentos en directo.
Los sombreros olvidados es una obra hecha con mimo y cariño para ofrecer a los espectadores una historia entrañable llena de ternura, nostalgia, magia e ilusión. Es un canto a la amistad y a los sueños por cumplir, a la importancia de rodearte de las personas que te hacen feliz, es una invitación a reír y a soñar y es un bello homenaje a la figura de un dramaturgo que tanto hizo por las Artes Escénicas en un momento muy complicado para nuestro país: Miguel Mihura.
El estreno de Los sombreros olvidados tendrá lugar el 25 de noviembre a las 18:15 horas en el Teatro Lara de Madrid.
Palabras del autor Fernando de las Heras
¿Por qué este nuevo texto que se hace eco de la poética ‘mihuriana’ y ofrece este homenaje a este dramaturgo madrileño? Pues porque, actualmente, gran parte de las redes sociales nos castigan a vivir en una inmensa Torre de Babel en donde casi nadie entiende nada. Ingerimos bulos, rápidas mentiras, confusiones, criterios tóxicos, y hay que desarrollar mucha voluntad y mucha paciencia para conseguir una verdad personal y fiable en medio de este universo tan absurdo. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, no sabemos si ahora estaremos en una tercera, surgió ese movimiento en la escena internacional que se dio en llamar el teatro del absurdo.
¿Pero, qué diría hoy, uno de los padres del absurdo, Ionesco, cuando denunciaba y sentenciaba en un texto: hablamos y hablamos para no decir nada? Y es que entonces había una necesidad de desestructurar el lenguaje, de dejar en evidencia el caos de una sociedad que no sabía poner orden al sentido natural de las cosas, y esa fue la forma en que cada uno, a su estilo ‘absurdiano’, tanto Ionesco, como Beckett, Camus, Max Fritz, o Harold Pinter, llamaban la atención al espectador a través de sus personajes. En España lo hicieron Jardiel Poncela, Wenceslao Fernández Flores, y el eterno Miguel Mihura, caso de la dramaturgia de este modesto autor que hoy rinde, junto con sus compañeros Roger Álvarez, Javier Arriero y Luis Flor, homenaje a este genial autor.
Mihura, que no jugaba a ser un subversivo social o político, tampoco utilizó los escenarios para la exaltación de ninguna dictadura, antes, al contrario, desde su escritura dramática, reflejó una España muy lejos del sol y sus reflejos, a través de, por un lado, encerrando a sus criaturas a veces en un decorado único, y por otro dejándolas sueltas, aunque muy recelosas y verbalizando sus dudas y haciendo disparates. Pero siempre haciendo participe al espectador para que vislumbrase, desde una rendija, una cierta tristeza, que se asomaba y se escondía, en esos rincones de espacios claustrofóbicos, ubicados en un punto desconocido, pero reconocible, de nuestra geografía ibérica, impregnada ésta de una atmósfera de bajas presiones (o de represiones) sociales, y unidas a unas ciertas e insistentes lluvias que calaban a los protagonistas hasta sus huesos más existenciales.
En esta nueva historia la acción transcurre en 1952, justo veinte años después del punto donde Mihura terminaba Tres sombreros de copa, su obra más emblemática.
La miseria social y moral, reflejada por Mihura, a través de esa dramaturgia, era más terrible y dolorosa cuando se estrenó la representación, en 1952 precisamente, que cuando se escribió, dos décadas antes.
¿Cuál es la miseria social, moral, sentimental, aquí y ahora? Los sombreros olvidados. La secuela de Tres sombreros de copa.
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