Hoy me he quedado atrapado en su “ratonera”. Desde que se abrieron las puertas de la mansión (nombre inglés que no recuerdo), y empezaron a llegar personajes de toda índole, raritos, misteriosos, asexuados, diferentes entre sí, a los que se les intuía una extraña conexión que imaginaba se rebelaría con el discurrir del texto, mi cuerpo -casi de ratón- quedó inmóvil en la butaca del teatro Reina Victoria; al que, por cierto, me costó llegar un montón porque las ocho es hora de mucho tráfico.
Inmediatamente quedé prendado del ver a "Jessi" transformada en dama inglesa, que le iba al pelo, y aunque reconozco que al principio dudé si no le quedaría un poco grande el papel, cuanto más se iba desenvolviendo en escena más me cautivaba, hasta tenerme rendido a sus pies. Un enorme aplauso de este mero espectador a María Castro que a pesar de que uno cuando vuelva ya sabe quien es el asesino, sólo por ver su trabajo merece repetir.
Y digo lo mismo de los demás artistas que lo bordaron. Un gran choque ver a “Judas” con más pelo, convertido en un duro policía londinense, resuelto, natural, con enorme personalidad, llenando el escenario, manejando la situación. Increíble que no fuera él el intérprete principal del que no puedo hablar porque no le vi, pero me alegro de que eso sea una razón más para volver a sentirme pillado en esa ratonera, en la que Maribel Ripoll, Aroa Gimeno, Álvaro Puig, Paco Churruca, y los Guillermos Barrientos y Muñoz, desarrollan un trabajo extraordinario con este clásico del misterio de Agatha Cristie que a punto de cumplir 58 años, bien podía haber sido escrito ayer. Gracias por haberme hecho pasar una tarde estupenda que recomendaré a mis vecinos y amigos. Enhorabuena.
Un mero espectador.