Decía Joan Font el día de la presentación de la nueva producción de Excéntrica producciones “Esperando a Godot” de Samuel Beckett, que la imagen que le sirvió como génesis creativa del conocido texto del autor Irlandés, tantas veces llevado a escena, fue la imagen de los ciudadanos que emergían de la gran polvareda que generó el desplome de las torres gemelas en los trágicos atentados del 11 de Septiembre de 2001.
De dicha nube salían un bombero, una mujer embarazada, un camarero que aún llevaba colgando de la mano la bandeja con la que sirve las comandas y un ejecutivo con su maletín. Todos ellos, personas distintas, inmersos en un mismo drama, coincidían en un común denominador: el polvo blanco que les cubría de pies a cabeza como si fuera una segunda piel.
Estos hombres y mujeres despersonalizados por el polvo unificador, en aquel momento, para la peculiar y poética visión de Font, representaban a la humanidad entera, pues era ésta la que salía del desplome de los dos emblemáticos edificios. El género humano representado por aquellos que sufrieron sin merecerlo el inclemente golpeo del fanatismo. Este punto de partida le sirvió, al director de Comediants, para apuntalar su inmensa imaginación poética y al trasladarlo al buen hacer y talento del excelente escenógrafo Curt Allen Wilmer, también responsable del acertado vestuario, dio como resultado lo que para el espectador se presenta como un decadente espacio en el que una carpa de circo se acaba de desplomar o tal vez ya hace mucho que se desplomó, después de la fiesta que siempre implica una representación circense.
La belleza del espacio y la calidez de la luz, diseñada también por Joan Font, es el marco del proyecto, para mí, con más magia que Excéntrica producciones, productora de la que formo parte, ha realizado hasta el momento.
Innegablemente, Gregor Acuña, mi incansable socio (tuve mucha suerte, posiblemente una de las mayores de mi vida, de coincidir con él y con Isabel Vázquez en aquel aciago "Grease" de Luís Ramírez) cabeza pensante que siempre trama la manera de liarse la manta a la cabeza con cualquier proyecto que le parezca interesante, está detrás de toda esta maquinaria.
Hace unos dos años, junto a Oriol Boixader y Javier Centeno, compañeros ya de otras producciones como “triálogos Clownescos”, espectáculo de Clown donde uno podía disfrutar de la maestría de estos geniales payasos, en una casa en medio de la sierra, organizó una lectura de “Esperando a Godot” con la idea de trasladar el universo de Beckett al terreno del Clown. Boixader, un payaso de dimensiones históricas, maestro en su día del propio Gregor Acuña e antiguo integrante de Monti&Cia, explicó el mismo día del estreno que después de terminar la lectura del texto de Beckett le dijo a Gregor que “no lo veía, que eso no era un lenguaje cercano al que ellos como clowns llevaban tiempo desarrollando”, pero los que conocemos a Gregor Acuña, Boixader incluido, sabemos que cuando cree en algo su tenacidad no conoce límites. Así les dijo a sus compañeros que había que lograr que Joan Font, director que lleva cuarenta años al frente de Comediats, de reputación intachable y de reconocida calidad, debía encargarse de dirigir la nueva producción de Excéntrica.
El resultado es poesía en estado puro producto de un experimento que ha resultado entrañable como trabajo, lleno de ternura y a la vez dureza, en el que el espectador queda preso de un ambiente perfectamente calibrado con unos personajes que consiguen conectar con la parte más humana de los que se sientan en la butaca. Estoy seguro que si Beckett hubiera visto esta propuesta habría sido de su completo agrado pues éste solía decir que su obra estaba llena de humor y las diferentes visiones del texto se hacían siempre bajo un prisma de seriedad que tal vez ocultara el espíritu irónico de lo que él quería transmitir.
Por eso no es de extrañar que para la única película que Beckett realizó en 1.964 escogiera como protagonista a todo un emblema del humor como lo era Buster Keaton. Y humor en el “Esperando a Godot” de Excéntrica Producciones lo hay. Los personajes, dentro del drama del que no sabe qué espera de la vida, del que no entiende exactamente (o más bien nada) por qué está donde está y sólo reconoce una inexplicable intranquilidad interior, de qué no recuerda cuánto tiempo lleva haciendo lo que hace y si lo que hace sirve para algo, se exponen al inclemente escrutinio del mundo que les rodea y que les convierte en lo que son, payasos en el ocaso de un mundo que en realidad hace mucho tiempo que está en decadencia. Esperan a Godot pero no saben quién es ni qué espera de ellos ni qué ocurrirá cuando lo vean. De esta Forma Beckett en “Esperando a Godot” a través de los ojos de Joan Font nos cuenta que el mundo se divide entre los que esperan y los que van a buscar pero parece ser que los que esperamos somos mayoría o tal vez sea la humanidad entera la que espera. Estragón y Vladimir, Gregor Acuña y Javier Centeno, respectivamente, mucho más que geniales en sus papeles, son de los que esperan, aunque no saben el qué y lo peor de todo es que fuera de esa espera no les queda nada más que el vacío de unas vidas destruidas entre los escombros de un mundo que se derrumbó a sus espaldas.
Y todo esto contado desde el humor provoca otra sensación tan humana como es la ternura por esos personajes perdidos. Hasta el cruel Pozzo de Manuel Rodríguez consigue despertar la ternura que inspira Lucky (suerte en español. Importante detalle el nombre escogido para este personaje que encarna al que sufre la tiranía de un mundo sin escrúpulos) interpretado por Oriol Boixader, el esclavo que lo es porque no podría vivir de otra manera o el “Muchacho” interpretado fabulosamente por Jasio Velasco aparentemente enviado por Godot para decir que hoy tampoco vendrá.
El éxito de crítica ha sido fabuloso, eso es bueno. A ver si el público, a pesar de esta maldita crisis se anima a pasar por encima de los escombros de nuestro tiempo, provocados por unos extraños y escurridizos personajes, que nadie tiene muy claro quiénes son y a los que llamamos “Mercado” y se animan a ver este excelente y poético montaje. “Esperando a Godot” estará en Sevilla en el Teatro Central hasta el sábado que viene y también estará el 23 de Enero en Madrid en la Feria de programadores y el sábado 26 de Enero en el Escorial.
Todo este mundo en decadencia, consiguió, al acabar la función, llenarme de una extraña sensación de euforia compasiva, de tristeza alegre (perdón por el oxímoron) que es el cóctel de sensaciones que la humanidad pintada por Beckett produce en mí. Como sea, algo me despierta por dentro y eso significa que como los personajes que están sobre el escenario busco algo que no sé qué es y que tal vez no sepa exactamente qué hago aquí. Pero aquí estoy, esperando a mi Godot. Como la humanidad entera, como aquellos que salían del infierno de polvo blanco, restos del progreso en derrumbe provocado por el desplome de las torres gemelas que Joan Font, con una acertada mirada poética ha trasladado a este “Esperando a Godot”.
A ver qué os parece a vosotros si vais a ver este precioso montaje.
Salud, amigos.